La muerte a bajo precio

Y digo yo… que la lacra del narcotráfico, con la muerte que circula a su alrededor, no desaparecerá de la sociedad por mucho que la combatamos. Si el problema es el dinero nos la dejarán barata. Es una pena, pero es así. Los intereses que juegan a su alrededor son tan elevados y la corrupción de las autoridades mundiales es tal, que nadie le pone el cascabel al gato. Cuando algún gato es cazado revive con la multitud de vidas de que dispone la red en los cinco continentes.

Generaciones destruidas

Desde que aparecieron las sustancias estupefacientes, que en la mayoría de los casos no son más que perversiones de otras concebidas para sanar, la humanidad ha sufrido épocas de diversa intensidad. En nuestro país aún recordamos con estupor la década de los 80 del siglo pasado en las que la heroína se cebó con gran parte de una juventud que hoy ya no está con nosotros disfrutando de la madurez que el caballo punzante les arrebató.

Se hablará de las drogas blandas y de las drogas duras. De la conveniencia o no de la legalización de algunas de ellas. De los beneficios terapéuticos de otras. De que es mejor tenerlas controladas en el mercado que favorecer el tráfico ilícito. Pero llevamos siglos conviviendo con las drogas y viendo sus consecuencias cerca de nosotros. Son como la energía, la mala energía que se conserva con el paso de los tiempos. No se destruye, sólo se transforma.

Y como para el narcotráfico lo importante es el dinero que genera. Nada mejor que aumentar ingresos y abaratar el coste llenando el mercado. Así entra en escena el Fentanilo, con la adulteración de su uso, pensado por la industria farmacéutica como analgésico opioide y administrado en dosis controladas para casos de dolor agudo, empleado mayoritariamente en situaciones médicas donde se requiere un control avanzado del dolor, como en cirugías mayores, tratamientos de cáncer, en el final de la vida o en el manejo del dolor postoperatorio.

Potente analgésico

El fentanilo en 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más que la heroína. Compite en potencia y peligrosidad con la metanfetamina, conocida años atrás como la cocaína del pobre y su descubridor fue el químico belga, Paul Janssen, que en 1985 abrió el primer laboratorio en China.

Hoy en día el principal país productor de fentanilo es Méjico y Estados Unidos el mayor receptor y donde se registra el mayor número de muertes por sobredosis. Las cifras alarmantes nos hablan que de las más de 100.000 muertes a causa de sobredosis en el país norteamericano, dos de cada tres son provoca das por el consumo del fentanilo. Hoy en día es la primera causa de muerte en USA.

Esta droga posee una alta potencialización de los efectos psicotrópicos tales como la relajación extrema, una enorme sensación de satisfacción y bienestar y con ella se con sigue la pérdida de la noción del tiempo y del espacio. Al usuario, que acabará siendo adicto sin remedio, le lanza hacia la evasión de la realidad y le produce alucinaciones.

Todo ello como consecuencia del elevadísimo poder de adicción que conlleva el uso del fentanilo fuera de los canales reglamentarios y sanitarios, espacio este en el que su utilización se rige con las dosis adecuadas para los efectos terapéuticos que se persiguen.

Seamos claros. Las drogas que conforman el mercado ilegal y que mueven las organizaciones criminales matan. Nuestra juventud las tiene delante y, además, ahora se la ponen a bajo precio. El auge del fentanilo como droga es la demostración de que se quiere a una sociedad enferma, pero gozando de una “felicidad extrema”, a la vez que padezca confusión, estreñimiento, depresión respiratoria con su correspondiente paro respiratorio, coma y finalmente muera. Eso sí, cada vez costará menos envenenarse.

No bajemos la guardia. Al menos en nuestro alrededor.