Y digo yo... que hoy en día eso de entrar en tertulia puede haberse convertido en un deporte de riesgo. Ya es difícil mantener un diálogo que discurra por los cauces de la moderación y la cordura, como para agregar protagonistas a la ecuación y abrir el abanico de tertulianos para la audiencia. Entonces es cuando sale lo mejor/peor de todos, bien agitado en la coctelera de las vanidades, y se convierte en el foro de la anticultura y la sede de la mala educación.
Líbreme la arquitectura universal de rehuir la confrontación de ideas y los debates sobre ellas o acerca de cualquier otro tema que resulte de interés para dos o más personas, pero ¿es necesario perder las formas y convertir el contraste de pareceres en pelea barriobajera? Al parecer lo es. Si nos atenemos a los espectáculos que ofrecen los tertulianos y tertulianas en los medios de comunicación, es necesario. El show debe continuar.
Radio y televisión
La excitación y la sobreactuación de las personas que “conversan” en tertulia adquiere una mayor dimensión, a mi parecer, cuando éstas se hallan en el medio televisivo. Debe ser que el narcisismo se manifiesta mucho más cuando interviene la imagen y queda más adormecido cuando es la voz la que sale por radio y es este el único medio para identificar al hablante.
Y es que debe ser eso. Saber que una cámara te está enfocando debe producir un aumento descontrolado de la “Egotonina“(acéptese el invento hormonal) y por lo visto el afán de sobresalir hace que no se respeten los turnos de palabra, se alce la voz en continua lucha, se acuda a la descalificaciones personales y, en definitiva, se malogre lo que podría ser una situación que ayudara a esclarecer determinados temas y enriquecer a la audiencia.
Respeto y educación
Mantener la compostura y el respeto en las intervenciones ayuda a la comprensión de las ideas que se quieren exponer ya que, al fin y al cabo, se supone que esa es la finalidad y lo que la tertulia en cuestión desea transmitir. Pero hay dos cosas de las que suelen adolecer los tertulianos: modestia y capacidad de síntesis.
Disculpe, no conozco
Resulta habitual comprobar como los protagonistas en las tertulias suelen dar vueltas y vueltas a los argumentos (¿será por cuota de pantalla?) y no acaban de concretar el razonamiento que quieren exponer. Con lo fácil que sería argumentar clarificando lo que se quiere decir en pocas palabras, se empeñan en abusar de circunloquios, muletillas guturales y otros recursos con tal de no concretar. La capacidad de síntesis brilla por su ausencia, salvo honrosas excepciones.
Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es el vasto bagaje cultural de ellos y ellas. Saben de todo. Todavía espero oír un día que alguno de ellos confiese no conocer sobre lo que se esté tratando, y en un acto de humildad que no se prodiga, rehúse a comentar el tema en cuestión. Muy al contrario, los que no sabemos somo la audiencia.
Ayer me comentaba un experto trabajador de Renfe, curtido en mil máquinas de tren “lo que hemos tenido que oír de los tertulianos en el caso del tren atrapado por el fuego en Bejís y de la actuación de la maquinista”. Digo yo que, Manolete, si nos sabes torear, pa’ qué te mes, ¿no?. En efecto, es muy común que se siente cátedra aún cuando se desconozca del tema o no se tenga la completa información sobre el mismo.
Por lo menos intentemos que el, en ocasiones, bochornoso ejemplo televisivo no cunda entre nosotros y consigamos mantener tertulias sobre temas que susciten afinidades o sobre otros que presentan puntos de vista distintos, pero con sosiego, con educación y con el propósito de aprender del semejante. Para eso hay que dejar hablar. ¿No os parece?
2 comentarios
Buenisimo el artículo y cargado de razón, como siempre.
Ojalá nos aplicaramos el cuento y supiéramos dialogar aún estando sólo en un grupo de amigos y sin cámaras televisivas por medio
Quina raò tens!!