Y digo yo… que eso de dudar está muy bien. Diría que es necesario y saludable para errar lo mínimo en juicios y convicciones que, muy frecuentemente, se basan en el poco contraste realizamos o en la excesiva confianza de la que podamos hacer gala.
Una cosa es dudar como opción personal y voluntaria y otra que se nos viene encima es la de dudar por obligación. El progreso se asocia por definición con el bienestar y desde los padres de la patria, que dicen llevar a cabo políticas progresistas, hasta los científicos que trabajan para que la sociedad evolucione en positivo, todos atribuyen al progreso la condición de saludable y beneficioso. No siempre es así. En el plano general tendrá su aquél, pero individualidades y determinados colectivos se ven, en ocasiones, menoscabados en sus expectativas por los avances del llamado progreso
Más que dudar creo que estamos abocados a ejercer la desconfianza en nuestro quehacer diario. Ya no podemos fiarnos de nadie ni de nada. Aquello que se nos presenta envuelto de realidad y seguridad no es más que un producto con aviesas intenciones de engaño. Quedan pocos espacios en los que la tecnología no pueda jugar en nuestra contra.
La IA para el engaño
La herramienta por excelencia es, sin duda, (esta sí contrastada) la de la Inteligencia Artificial. Menudo invento en manos de indeseables. La IA permite enmascarar la realidad de la forma más creíble que se pueda imaginar, y con ella presentar ante nuestros ojos proyectos, deseos y ambiciones que esconden indecentes estafas.
Por referir algunas de ellas baste revisar nuestro correo electrónico o la mensajería del móvil para comprobar la existencia de mensajes que nos avisan de la llegada de paquetes que nunca nos han enviado, pero que, mira por dónde, la supuesta empresa de mensajería no ha podido entregarnos y piden que abramos un enlace para poder recibirlo. Aquel mensaje de WhatsApp de nuestro hijo que se quedó sin dinero, nuestro supuesto banco, la falsa compañía de gas o electricidad, etc etc.
Con la inteligencia artificial se pueden conseguir los mejores y peores propósitos. Poca cosa le resulta imposible y en un futuro no muy lejano todo será factible para ella y, dependiendo de las manos en que esté, nos beneficiaremos de su bondad o sufriremos sus azotes.
Campo abierto
Los estafadores se frotan las manos ante el amplio abanico de posibilidades que ofrece hoy la tecnología que, además, cuenta con el analfabetismo científico de la inmensa mayoría de la sociedad para actuar a sus anchas. El timo de la estampita, buque insignia por excelencia de la picaresca española, cambia los trozos de periódico por monedas virtuales igualmente ficticias. Varía el envoltorio, pero la esencia sigue siendo la misma. Continúa jugando un papel principal el engaño y, en este caso, también la ambición.
Visto lo visto, y lo que nos queda por ver, aunque seamos de por sí personas confiadas, no queda más remedio que recelar. Una lástima, sí. Vuelven a ganar los malos, pero es que no queda otra. Estamos abocados a desconfiar de todo y a prevenirnos ante el engaño.
Aunque mirando el lado positivo, si con ello conseguimos desarrollar nuestra capacidad de reflexión y análisis, bien estará dudar. Si fomenta en nosotros el pensamiento crítico que nos permite entrar en las múltiples verdades de la verdad, si nos ayuda a tomar decisiones más meditadas, si con la duda conseguimos adaptarnos a posibles nuevas realidades, está claro que valdrá la pena dudar. Desmontaremos las intenciones de quien nos manda inexistentes paquetes y, al contrario: nos habrá ayudado a normalizar la sana costumbre de la sospecha.
Detrás de todo esto se encuentra el hombre. Dudando, aún confío en él.
3 comentarios
Cadenas,que te alertan .Llamadas desconocidas.De verdad que tenemos una seguridad muy insegura.
Totalmente de acuerdo con todo Alejandro. Dan ganas de salir pitando de las redes.
No te puedes Fiar de nada ni de nadie.
….Darrere de tot això hi ha l’home. Dubtant, encara confio en ell….
dubtant, jo ja nomes confio amb les persones, preferenment a les que puc mirar a la cara