Y digo yo… que tal parece que nos hayan puesto la proa.
El barrio de Pardinyes está poniendo punto final a su Fiesta Mayor 2022. Tras dos años de parón a causa de la pandemia Covid los vecinos del barrio leridano han podido disfrutar de sus fiestas (al parecer unos pocos, no todos), catalogadas desde siempre como de las mejores de la ciudad, en las que la participación vecinal para vivirlas y organizarlas es encomiable, y el fenómeno Peñas les imprime un carácter singular que hace que se incorporen a ellas vecinos de otros barrios de Lleida.
Pero la polémica parece que persigue los últimos años al barrio “ferroviario” y su aparición en los medios de comunicación suele estar motivada por desavenencias manifiestas con el Ayuntamiento de la ciudad, más concretamente con el equipo de gobierno municipal que, a mi entender, demuestra una falta de empatía y sensibilidad hacia un barrio que se hizo suyo, electoralmente hablando, en las pasadas elecciones municipales. La polémica por el proyecto del albergue para temporeros vendría a ser el buque insignia de este enfrentamiento vecinal con los políticos que están al mando de La Paería. El de la nueva estación de autobuses también ha hecho que el barrio se convierta en el centro del pim pam pum político.
Administrar la victoria
Si algo es evidente es que Esquerra Republicana de Catalunya, con su número uno municipal, Miquel Pueyo, administra de forma nada eficiente la victoria obtenida en las urnas que, aunque en número de votos fuera mínima con respecto al Partido Socialista de Catalunya, sí que supuso dar un vuelco importante a la tendencia votante registrada hasta entonces. Su formación pegó un salto de 7.665 votos con relación a los comicios anteriores. Los republicanos se imponían a los socialistas en el barrio por 182 votos de diferencia. El Pardinyes, tradicionalmente feudo socialista y en el que el alcalde, Antoni Siurana, gozaba de excelente predicamento dejando un excelente recuerdo, había caído.
Pues bien, lejos de mimar y gestionar el triunfo con inteligencia, el desencuentro ha ido aumentando y en ocasiones parece que a Pardinyes se le ha puesto la proa, a saber con que intereses que, desde luego, poco tienen que ver con la inteligencia electoral que las formaciones políticas afinan de cara a los comicios a celebrar el 28 de mayo del próximo año. La falta de diálogo y el tratamiento dispensado por el equipo de gobierno municipal me da el pálpito que ha calado entre los vecinos como señal de menosprecio, a mi entender del todo inmerecido.
“Quién me pone la pierna encima”
Que diría el concursante del primer Gran Hermano, Jorge Berrocal. La noticia ha sido ahora el enfrentamiento vecinal (ya tenemos un nuevo enemigo creado) a raíz de la Fiesta Mayor que hoy toca a su fin. Afortunadamente ha sido una evidente minoría la que ha puesto el grito en el cielo por convivir con la alegría de sus convecinos y tener que soportar los decibelios que (es inevitable) aumentan en estos días y principalmente en las noches del viernes y el sábado. Estamos hablando de dos noches y valdría la pena aplicarse aquello de “a vivir que son dos días”, pero… Poco éxito el de su campaña. El cambio de ubicación de la verbena no ha impedido que los vecinos hayan seguido bailando y demostrando que las Fiestas de Pardinyes son un hueso duro de roer para desgastarlas y mucho menos para extinguirlas. Pardinyes, entre otras cosas, es organización vecinal. Mejor no ponerla a prueba porque, aunque puede que el bicho esté algo adormecido, vaya a ser que despierte y retome la actividad de sus mejores épocas.
A continuar
Las fiestas terminan y hay que agradecer nuevamente el esfuerzo de la juventud organizadora que, año tras año, se pone al frente con exiguos presupuestos y enorme voluntad. Hay que ser realistas y aceptar que en este caso cualquier tiempo pasado fue mejor y que el esplendor de las fiestas pardiñeras debe volver, y estoy convencido de que así será. La actividad fiestera ha sido, como siempre, variada y extensa. Véase el programa. Por cierto que sería bueno retomar antiguas costumbres y buzonearlo para general y mejor conocimiento del vecindario.
Entretanto, y vuelta a la normalidad, pronto volveremos a ver como se intensifica la actividad de los representantes políticos municipales en el barrio, y por parte de algunos seguro que dirán aquello de “bah, venga, pelillos a la mar”. No sé, no sé, tengo la impresión de que alguna factura va a intentar cobrarse la ciudadanía del barrio que se sitúa detrás de la estación de tren y a la que no le falta memoria. Tengo curiosidad por ver cual será la estrategia de los republicanos y ex convergentes en la campaña 2023. Complicada papeleta, vive Dios.