Y digo yo… que lo visto y oído ayer tarde a través de la televisión, en la reunión entre el presidente norteamericano, Donald Trump y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, no tiene precedente alguno en la historia de la diplomacia mundial. Broncas mayores que esa seguro que se han producido, pero a ojos del mundo y tan humillantes no lo recuerdo, ciertamente.

Dos polis malos
La encerrona a la que fue sometido el presidente del país en guerra con Rusia empezó ya en la puerta de la Casa Blanca, cuando Trump se metió a gurú de la moda y le preguntó a su visitante el por qué no se vestía con traje de una vez. Allí empezó todo. Duro y a la cabeza en el principio de una cumbre que tenía unos objetivos, pero que los anfitriones ya estaban decididos a no acometer de ninguna de las maneras. No hubo rueda de prensa conjunta y tampoco firma del acuerdo anunciado.
En el mismo despacho oval y apoyado por su vicepresidente, y pelota donde los haya, JD. Vance, que tenía adjudicado el papel de poli malo en esa reunión, Trump dejó el suyo de bueno y, junto a su segundo, arremetió contra un Zelenski que no salía de su asombro y que, sorprendentemente para mí, no solo aguantó el tipo, sino que contestó a algunos de los exabruptos con firmeza y serenidad.
Uno piensa que, en aras a la dignidad, el presidente ucraniano hubiera hecho bien en levantarse y pedir un coche. Eso le hubiera granjeado aún más la adhesión extra muros de USA. Porque no quita la dignidad quien quiere sino quien puede, pero lo cierto y verdad es que supo contenerse y no se dejó llevar por lo que sería de recibo hacer en cualquier situación menos cuando la política anda por medio. Bueno, cada uno quedó retratado, eso desde luego.
Tengo que admitir que ante los actos y manifestaciones del Donald Trump sostenía la teoría de que no eran más que lumbre de pajas y que esa figura no era sino un instrumento de los poderes fácticos que siempre gobiernan a la sombra. Abandono esa tesis y concluyo casi de forma definitiva que no. Este hombre va por libre y aún no lo hemos visto todo. Es muy listo, empresario de éxito y multimillonario, pero eso no quita para que le falte un hervor.

Resulta casi fuera de toda razón el giro copernicano que la administración Trump ha hecho en cuanto a las relaciones con Rusia se refiere. A lo peor sería mas cierto decir entre Trump y Putin y dejar fuera de este axioma a los territorios. Cuando algunos pensaban que el retorno de la “guerra fría” era un hecho ante el ascenso de la administración republicana, las migas con el invasor ruso parecen ser cada vez mas consistentes. Quizá es que el fantasma chino asusta más en Estados Unidos de lo que nos pensamos.
Europa amenazada
Con estos mimbres la posición de Europa no es demasiado halagüeña. Una OTAN descabezada por la retirada americana, la presión arancelaria por la izquierda y los delirios expansionistas por la derecha obligan a la unión de los países europeos con objetivos claros y comunes, algo que, sin embargo, no parece fácil de conseguir habida cuenta de los diversos colores políticos que conforman el viejo continente, con una extrema derecha en preocupante ascenso.
¿Y qué dicen los estadounidenses? Pues de momento nada. Me resisto a creer que el pueblo americano permanezca impasible ante la figura de su presidente. Admito su legitimidad por la inapelable victoria en las pasadas elecciones, con casi 75 millones de votantes. Pero el país que cruzara el atlántico para defender a la democracia que se veía amenazada por el nazismo permanece callado y tiene que reaccionar algún día. ¿realmente está con él?
Creo que debe despertar y aún confío en que lo haga.
4 comentarios
Lo de Trump es de juzgado de guardia, pero lo peor es que sabe dar tal giro a cualquier situación, que lo que era blanco acabe siendo negro. Y sus seguidores (que son muchos) lo verán negro din discusión.
La reunión con Zelenski fue una verdadera vergüenza sobre todo cuando lo culpó de que con su actitud podía provocar una tercera guerra mundial. Y es que Trump se muere por justificar el comienzo de una guerra con esta Europa a la que tanto denosta y, de paso, hacer un pingüe negocio con las armas.
No sé si la Great América (la parte que no le sigue fervientemente) podrá poner coto, o al menos limitar, los desmanes que está cometiendo este individuo que representa lo peor de la especie humana. De lo que sí estoy convencida es que, mientras tanto, va a dejar un rastro desolador en este mundo en el que siempre pagan la factura los que menos tienen. Y que ni siquiera han participado en el festín.
Has vuelto a dar en el clavo, Jandro.
Me da vergüenza ajena ver día sí y día también el comportamiento de macho alfa de este “naranjito” maleducado y abusón en los medios de comunicación de todo el mundo.
Acabaré por apagar la tele para dejar de verle.
Un abrazo
Valiente y lúcido Jandro. Estoy contigo. Gracias, además, por permitir seguir soñando que la dignidad puede
subsistir en nuestro tiempo. Mientras haya otro que sienta, piense y crea como yo, conservaré la esperanza y
con ello la pasión por vivir. Un abrazo.
Carlos Monrreal Blanco.
Me remito a la psico patologia para entender el comportamiento de Trump, Putin, Milei o Maduro: “El síndrome de «hubris» o “Hibrys”se refiere a una dimensión que caracteriza a ciertas personas que ejercen un poder excesivo, en cualquier disciplina. Viene del término hybris, que significa «desmesura» en griego. Sería lo antagónico a la moderación. El filósofo David E. Cooper lo definió como el exceso de confianza en uno mismo y el rechazo a las advertencias y consejos, tomándose a sí mismo como modelo. Describe a personas omnipotentes, arrogantes y soberbias que magnifican sus recursos o virtudes y se comportan de una forma despectiva hacia las demás personas, sobre todo, hacia aquellas que ejercen un trabajo menos relevante.”