Y digo yo… que muy a pesar de ser encuadrado en el sector de los pusilánimes e irresolutivos, abogo por mantener una distancia prudente y adecuada entre los polos que se nos presentan en muchos aspectos de la vida. Más aún, defiendo la equidistancia como virtud a practicar, por muy denostada que esté en la actualidad. Tampoco es de extrañar demasiado su mala prensa, ya que la polarización de la vida, en los terrenos políticos, sociales, convivenciales, ideológicos, etc, constituye hoy la norma cuando, a mi entender, debiera ser la excepción.
Equidistancia, “Vade retro”
Definámosla. Según la RAE no hay discusión. “Es la igualdad de distancia entre varios puntos u objetos”. La definición de la máxima autoridad lingüística en España no deja lugar a dudas, y la ciencia física y matemática, además, la corroboran. Pero no es la métrica la que me interesa a la hora de valorar la equidistancia. Me importa más la actitud, el instrumento y el “modus operandi” en la toma en consideración de las posturas que se te presentan a lo largo de la vida.
No hablamos solo del aspecto puramente científico, que se resolvería con la ecuación correspondiente. La equidistancia es válida en contextos distintos, en debates, en discusiones políticas, en análisis de problemas complejos, en el abordaje de temas éticos. No se trata de perpetuarse en la equidistancia, sino de emplearla como hiciera quizás Maquiavelo, como un medio justificable. En este caso para llegar a una conclusión final y, si se quiere, definitiva e inamovible a futuro, pero exentos de radicalidad y parcialidad en su análisis.
Neutralidad e imparcialidad
Y es que en ocasiones mantener la imparcialidad es sumamente difícil porque nos puede más la víscera y se antepone a la razón y al examen sosegado. Por eso si a la equidistancia le añadimos la imparcialidad como factor determinante de su bondad, conseguimos mantener un punto medio objetivo a la hora de analizar posiciones que entren en conflicto.
Como en todo, observamos aspectos positivos y negativos en cualquier elemento a considerar. Así, a favor de ella colocaríamos que nos ayudará a fomentar un ambiente adecuado para el diálogo y la discusión, nos permitiráa evitar la influencia de los prejuicios que a todos nos atenazan en ocasiones y nos acompañan querámoslo o no. Con la equidistancia bien entendida somos capaces de alcanzar una comprensión más completa y objetiva de los problemas, porque atendemos más a las distintas opiniones y planteamientos, enriqueciendo de este modo la posterior toma de decisiones.
Inacción, falta de compromiso
Porque sí, claro que hay que tomar decisiones y precisamente la inacción y la pasividad son unos de los factores negativos en su haber, cuando, como antes decíamos, la equidistancia se perpetúa en el tiempo y se convierte en actitud acomodaticia que nos lleva a la indiferencia hacia asuntos que requieren claridad y compromiso. Cuando se convierte en el fin más que en el medio.
La equidistancia también puede confundirse con la neutralidad completa, pero hay momentos en los que es importante tomar una posición clara y ética, especialmente cuando se trata de cuestiones fundamentales de justicia, derechos humanos o valores. En última instancia, la equidistancia debe ser utilizada de manera reflexiva y consciente, considerando las circunstancias y las implicaciones de cada situación.
Antídoto a la radicalidad
Reitero mi aprecio por la equidistancia, al igual que defiendo el posibilismo ante el radicalismo y, precisamente por ello, respeto las posiciones instaladas en uno u otro extremo del pensamiento. Porque la equidistancia y el posibilismo me parecen herramientas más constructivas a la hora de conseguir formar una opinión más completa.
Hoy la radicalidad, la exasperación, la impaciencia y la irritabilidad en los planteamientos nos alejan del análisis aplacado y juicioso. Nos abocan al enfrentamiento veloz, en ocasiones inconsciente, por situarnos solamente en uno de los polos.
Y al final, lo que es peor, repercute en la falta de concordia, en una convivencia incómoda.
4 comentarios
No tinc paraules per enaltir el teu article.
Quina gran lliçó ens dones!
Tant de bo sempre sapigues utilitzar l’equidistància i el possibilisme com tu dius.
Ets un gran filòsof Jandro.
Una abraçada molt gran.
Núria
Una abraçada estimada Nuria. De cap manera em consideris filòsof. Tú que em consideres molt sempre. Un petó
Jo també opino que els teus articles es podrien integrar en un tractat de filosofía sense desentonar ni un pèl. Justament per la teva gran capacitat de disseccionar qualsevol tema amb una claretat d’idees, imparcialitat i facilitat per fer-ho entendible (malgrat la profunditat de la qüestions que sols plantejar), realment admirable.
Es cert que avui dia hauriam de prendre equidistància, i fins i tot distància, de tantissim bombardeig de noticies i qüestions en les que sembla que sigui obligat prendre partit. Tot s’analitza, tot es critica i tot passa per una censura que fa temps teniam oblidada. I, ves per on, ens convertim en experts de tot sense saber de res.
I els que veritablement saben, els savis, els que podrien donar-nos lliçons, estàn silenciats per tant de sorolls com els envolta.
I ara!! res de tot això. La filososfia se m’escapa de bon troç. Només es tracta de disfrutar tot escrivint. Per cert, ja saps el que penso: (i ara ho dic públicament) aquest mur estaria molt enriquit amb alguna aportació teva que, allí sí, és garantia de qualitat. Petons.