Inicio Y digo yo... De la mili a Wagner

De la mili a Wagner

por Jandro Olmo
3 min. de lectura

Y digo yo que… esto de la mili ya casi es sinónimo de historietas con las que apalizar a los nietos, o motivo de conversación entre amigos, no digamos si pertenecen al grupo que fue llamado a filas en las mismas fechas y con los se compartieron barracones, cuarteles y maniobras.

En efecto, antes, para ir a cumplir con la patria te tenían que “llamar” y, además, “sortear” El Estado tenía establecidos los denominados reemplazos que, en función de la edad, agrupaba a los jóvenes para hacer el Servicio Militar sí o sí, en determinadas fechas y con duraciones que fueron cambiando con los años. Así, hasta 1968, la mili duraba 2 años. De esa fecha pasó a los 18 meses. En 1984 se rebajó a 1 año y en 1991 se estableció en 9 meses.

La mili voluntaria

La mili dejó de ser obligatoria en el año 2001. Terminó la odisea en el espacio militar para los españoles que se veían forzados y se inició la actual etapa con un Ejército profesionalizado e integrado por personal voluntario que elige formar parte de él como una actividad profesional más. Desaparecieron los objetores de conciencia y los insumisos, de modo que ya nadie tiene que dar explicaciones por no querer empuñar un arma.

De la mili a Wagner

Los países, no obstante, se empeñan en defender sus territorios y para eso cuentan con los Ejércitos desde tiempo inmemorial. Bueno, para defenderlo o para ampliarlo mediante las consabidas invasiones y guerras consiguientes, que claro ejemplo vivimos hoy en Ucrania. Se data en el año 2200 antes del Cristo la aparición del primer Ejército de la humanidad, con el mandato de Sargón I de Acadia, en Mesopotamia. A partir de ahí ya se sabe: guerra tras guerras hasta nuestros días llamando a filas a chavales que, a buen seguro, querrían estar mejor haciendo el amor que no pegando tiros.

Pagar para matar

Junto a los ejércitos formados por los Estados e integrados por los compatriotas “llamados”, aparece la figura del mercenario, aquel soldado que actúa bajo la bandera del dinero y que carece de ideología alguna. Le moviliza la pasta y se mueve fuera del marco organizativo del país al que dice servir de forma ocasional, siempre contratado y debidamente pagado.

La imagen del mercenario suele asociarse a un grupo de soldados que intervienen en conflictos armados en operaciones de comando o incluso unipersonales. Aquel que se gana la vida hoy en África, mañana en Sudamérica y pasado en Asia, bien armado, de rostro tiznado y apto para protagonizar cualquier película bélica.

wagner

Esta visión romántica del mercenario (si algo tiene de romántico dedicarse a matar prójimos) ya no sirve en la actualidad. Los comandos mercenarios se han convertido en verdaderos ejércitos, dotados del mejor y más sofisticado armamento y organizados militarmente como los regulares de cualquier país, pero exentos de rendir cuentas por sus salvajadas. Nada de operaciones puntuales o golpes de mano. Hoy se avanza con tanques, se disparan misiles y no se repara en gastos, que paga el Estado y bien.

Lejos de la música wagneriana

El ejemplo más palpable y actual lo tenemos en la organización paramilitar denominada Wagner creada en la primera década de este siglo en Rusia y cuyo nombre no alude, por fortuna, al insigne compositor alemán creador de la Cabalgata de las valquirias y que aparece super belicista en una escena de la película de Francis Ford Coppola, Apocalipse Now.

Wagner no es más que el “alias” de su creador, Dimitri Valeriévich Utkin, teniente coronel de una unidad de fuerzas especiales rusas que se retiró en 2013 y fue contratado por la empresa de seguridad privada Moran Security Group, formada por militares veteranos rusos. La vinculación de la formación paramilitar con el Gobierno de Putin es obvia, aunque, también obviamengte, negada.

La Wagner ha participado, además de en Ucrania, en conflictos bélicos en diversos países (Libia, Mali, Mozambique, Siria, Sudán y otros. Su actual líder en las operaciones de guerra en Ucrania es Yevgueni Prigozhin, un acaudalado empresario ruso, socio de Vladimir Putin, hoy “asilado” en Bielorrusia porque, al parecer, ya no se lleva bien con el dictador ruso y ha querido “rebelarse”. ¡Venga eufemismos! Desde luego, si no ha sido una pantomima pactada, el líder wagneriano ha ido a meterse en la boca del lobo buscando seguridad bajo el manto de Lucashenko. Pero ya digo: no creerse nada.

Prigozhin

Entretanto quienes hicimos la mili de mi generación nos conformamos con haber sido llamados para dejar meses de nuestras vidas en los cuarteles y nada más. En la mili rusa y ucraniana, desgraciadamente, la llamada es para dejársela en cualquier trinchera. Allí, aunque no se quiera ir, se va.

5 comentarios

Avatar
María Rosa 02/07/2023 - 09:25

Las guerras no traen paz

Responder
Avatar
Albert MM:. 02/07/2023 - 10:14

Buen artículo para la reflexión. Los ejércitos voluntarios atienden a desaparecer pero son reemplazados por ejércitos mercenarios. El sistema siempre gana i « la pela es la pela ». Seguimos con la hipocresía impuesta por este sistema basado en el rendimiento económico y de poder. Mientras tanto gente que muere sin saber porqué. Decía un político prestigioso como los que ya no hay, Julio Anguila, « este sistema va a morir de éxito », mientras tanto, se está llevando vidas inocentes.

Responder
Avatar
Jesús León 02/07/2023 - 10:56

Una vez más, Jando, has dado en el clavo con tu artículo.
Esa es la realidad que nos rodea.
Poco hay de romanticismos y nostalgias en ella.
Una vez más la guerra emerge por encima de los deseos de paz de la mayoría social.

Responder
Avatar
José Ramón Casas 02/07/2023 - 12:09

Los mercenarios es un claro ejemplo del mundo capitalista. Frente a la codicia de las sociedad y de sus dirigentes, confrontamos la codicia del hombre que vende su alma y su vida por dinero. La guerras son un juego de intereses espureos y de codicia donde no hay valores morales que puedan justificarlas.

Responder
Avatar
Alfons Solans Jordana 06/07/2023 - 15:13

Mmm! Estos de Wagner me dejan con el cuerpo indispuesto. Vaya! Que me siento identificado con el ejército ucraniano, formado por gente “normal” no por “rambos”. En fin, que nos enteramos de “la misa, la mitad”. Buen artículo por la forma en que está redactado, pero no estoy seguro de que me aporte ninguna reflexión original…

Responder

Deja un comentario

Te va a gustar