Y digo yo que… tampoco hay que tomar el titular de esta entrada como un deseo ni como un axioma para ensalzar algo tan poco merecedor de ello como es el engaño. Se trata de un titular y no, el engaño no debiera estar presente, ni hoy ni en el futuro, pero mucho me temo que en los próximos años habrá que estar muy atentos a los impulsos que reciba la sociedad porque gracias a la IA, la posibilidad de ejercitar la mentira y el engaño es un hecho más que previsible y cotidiano.
La Inteligencia Artificial, que ya está aquí y no va a desaparecer, es una herramienta informática que, a través de algoritmos, es capaz de realizar tareas que normalmente requerirían de inteligencia humana y permite a las máquinas procesar grandes cantidades de datos y aprender de ellos. Esta sería una definición más o menos inteligible.
Actúa en la práctica totalidad de las esferas en las que se mueve el ser humano y, mediante el buen empleo de la misma, nos ofrece la posibilidad de mejorar la eficiencia, la productividad y la precisión en muchas áreas.
El factor nuclear de este tema reside, a mi juicio, en el uso de la IA. No ya por parte del usuario medio, que podrá emplearla incluso como divertimento o herramienta para experimentar en el ordenador de turno. Sólo la utilización de la IA de manera responsable y ética hará posible minimizar los riesgos potenciales y maximizar los beneficios, ambos indudables.
Y es que la responsabilidad es algo que debe exigirse en cualquier ámbito y quehacer humanos. Sabemos de los beneficios y los logros obtenidos con la llegada de Internet, y también conocemos los peligros que comporta la utilización perversa de las redes. Una cosa es el objeto y otras muy diferente su uso y desarrollo.
Riesgo de manipulación
Con la inteligencia artificial viene asociado un riesgo evidente: la manipulación. Es muy grande la tentación del poder para orientar hacia el redil a quienes formamos la base de la pirámide. De hecho, sin necesidad de IA ya vemos hoy como se actúa sobre gustos, deseos e intenciones de la sociedad y la información subliminal nos invade día a día.
Ahora ya de subliminal nada. A lo bruto, sin tapujos y ante nuestros propios ojos u oídos. Preparémonos a escuchar entrevistas “fake” donde la IA intervenga poniendo la voz de cualquier persona que pudiera ser referente para determinados sectores sociales, y hacerle decir lo que convenga. Pienso, por ejemplo, que la profesión de imitador (pobre Latre) va a ir a menos en un periquete. La IA nos ofrecerá, además del rostro del imitado, su voz exacta.
Mediante los llamados “deepfakes” se puede perfectamente engañar al personal y difundir información falsa y perjudicial. Se trata de imágenes y/o videos editados para que parezcan reales, tanto las situaciónes como sus personajes, cuando son del todo falsos. Pero la perfección es tal que la falsificación resulta muy difícil de descubrir. Imaginemos el riesgo que ello supone. Cualquiera de nosotros puede aparecer mañana en un video haciendo no sé el qué o diciendo vete a saber qué barbaridad, y que todo el mundo lo dé por veraz.
Regular con honradez
Hay que exigir una regulación honrada y, a la vez, taxativa, para el desarrollo y empleo de la Inteligencia Artificial. Es competencia del legislador amparar a la ciudadanía frente al riesgo de manipulación al que se enfrenta la sociedad; y hay que apelar también a la responsabilidad de los técnicos y sectores entendidos en la materia para facilitar el empleo de los controles necesarios.
Nosotros, como ciudadanos y personas humanas independientes, debemos también afrontar este reto con un indiscutible sentido ético, que presida la utilización de esta herramienta y, a la vez, extremar la vigilancia ante el fraude que, también sin discusión, nos pondrán delante. Utilicemos nuestra libertad y el pensamiento crítico. Nos vendrá bien.
2 comentarios
Parece que debemos desconfiar de todo
La IA en realidad me preocupa y mucho, donde llegaremos?