Que te la cuelan

Y digo yo… que por supuesto que a mi me la cuelan igual, claro que si. Las “fake news” se están convirtiendo en el azote de las redes y en el descrédito de la información. Ya no nos podemos fiar de nada de lo que nos llegue al móvil, así que, ojito.

No es nuevo. El acceso a Internet es tan universal y la tecnología tan asequible que cualquiera puede fabricar noticias falsas y distribuirlas por el espacio cibernético de modo que lleguen a nuestras manos y nos las comamos con patatas, cuando no ayudemos a su difusión sin detenernos siquiera para una mínima comprobación de su veracidad.

De copita, nada

La información falsa tiene siempre un origen intencionado que persigue la desinformación acerca de hechos que interesa que no revistan la relevancia que de por sí tienen, o también la tergiversación de la realidad para conducirnos hacia la situación que el engaño pretende. Lo último que llegó a mi teléfono móvil fue un video en el que Alberto Nuñez Feijoo hacía unas declaraciones y en ellas daba la impresión de llevar unas copas de más. El montaje para que así parezca es más bien burdo y se puede apreciar fácilmente que se trata de un engaño. ¿Pero cuantos habrán caído?

Otra modalidad extendida para la confusión y el engaño son los titulares. Si es que mucha gente no va mas allá de su lectura. Ahí va otro ejemplo. El titular corresponde a un medio digital y reza así: “Rafa Nadal se separa de su mujer poco antes de que nazca su hijo” La noticia no es falsa, claro que no. El tenista va a tener un hijo y cogió un vuelo para competir. Ya está liada. Oye, ¿sabes? Nadal se ha separado.

La información es poder

El término anglosajón “fake news” aparece ligado a la era informática, pero las noticias falsas no necesitan del soporte digital para existir. De hecho la desinformación se ha producido siempre, como arma de poder. Se dice que la información es poder, y podría decirse también que la manipulación de la información añade un plus a quienes lo detentan. Hablamos de medias verdades, de imágenes alteradas, de titulares capciosos, de noticias dadas fuera del contexto temporal al que corresponden, y de otras muchas noticias que nos llegan.

Uno ya admite que aquello que leemos o vemos en los diferentes canales televisivos puede tener un sesgo determinado, que obedezca a los intereses, casi siempre económicos, de los grupos empresariales que los sustentan. Es, por tanto, bastante fácil interpretar la intencionalidad de determinadas noticias cuando conocemos de donde proceden. Pero es que con la red los generadores de noticias son multitud y se complica detectar quienes son, de donde, quien está detrás, son bromistas, no lo son… A saber.

Los grupos de WhatsApp

Quién no tiene en su teléfono móvil un grupo de WhatsApp. ¿Uno, digo?. No, que va, unos cuantos: el de la familia, el de los amigos, el de las amigas, el de compañeros de trabajo, el del pueblo, el del colegio de los niños. Creo que nadie se salva de que le hayan metido en alguno. Suele ocurrir que las razones primeras por las que se crean los grupos se modifican con el tiempo y en el que estaba previsto que se hablara de temas relacionados con la clase de los hijos, un día aparecen noticias que, a demás de falsas, nada tienen que ver con el objeto de su creación. Si es que cada uno es libre de poner lo que quiera, ¿no?

No digamos cuando interviene la política o la religión. Yo aconsejo crear grupos específicos para estos dos temas, y que en ellos se integren quienes posean el estómago a prueba de bombas. Porque estamos de acuerdo en que se puede hablar de todo, y así debiera ser, pero ante conceptos que apuntan a las vísceras la experiencia avala que la mejor manera para que se vayan al garete es tocándolos donde y con quienes no toca. Y si además metemos “fake news” entonces la deserción de sus miembros se produce más pronto que tarde.