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No tendrás nada y serás feliz

por Víctor Arnó
3 min. de lectura

Llegamos a octubre y podemos dar, como si nada, por finalizado el periodo vacacional para prácticamente todos, salvo algunos rezagados que siempre hay.

Esta frase de Klaus Schwab (presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial) que he utilizado hoy como título para la entrada del blog parece una especie de profecía que, a diferencia de otras, parece que cada vez está más cercana a cumplirse, a mi parecer.

Como ciudadanos, se nos está influyendo desde distintos medios de comunicación (a saber quién dará las instrucciones para que eso ocurra…) con mensajes en los que se plantean situaciones cotidianas y fruto de una renta baja, como experiencias vitales apasionantes, con la intención de que los más ignorantes y/o los menos formados, puedan pensar que aquello que acaece en sus vidas fruto de la precariedad, no solo no es una fatalidad, sino que además es muy interesante y sigue la tendencia de lo más actual y sofisticado.

Pan y…tortilla

En las últimas semanas, en distintos medios de comunicación he leído artículos en los que explicaban las bondades del «staycation» o lo que es lo mismo, quedarse en casa durante las vacaciones porque no tienes dinero para viajar. En ese artículo lo definían como una tendencia de lo más «cool».

No tendrás nada y serás feliz

En otro, con una línea editorial muy parecida, analizaba lo maravilloso de llevarse una tortilla y unas croquetas a la playa para poder disfrutarlas en la arena con tu familia o amigos y así mantener un ambiente mucho más íntimo y festivo, alejado del consumismo vulgar que se practica en los chiringuitos y restaurantes de costa.

En varios programas se habla positivamente en sus tertulias de la picaresca de nuestros jóvenes, que han hecho del «coliving» o «cohousing» (los nuevos cuños tardan en asentarse), el compartir piso de toda la vida, una experiencia del disfrute con amigos de lo que antes era una emancipación en toda regla.

También fui testigo en una tertulia matutina de lo mismo, pero en su versión con personas mayores que, para alejarse de la soledad, decidían compartir piso con otras personas mayores y entre varios creaban pequeñas comunidades de acompañamiento los unos a los otros.

Yo, que tengo la fortuna de vivir cerca del mar, he observado ya en las cartas de varios restaurantes, máxime si son de presupuesto ajustado, mensajes en los menús advirtiendo que estos no se pueden compartir y que si en una mesa hay 4 comensales, deben ordenarse 4 menús. Imagino, y son solamente conjeturas, que se habrán encontrado con mesas de 4 comensales en los que, pidiendo dos menús y compartiendo, algún grupo ha pasado un día de vacaciones o de playa a mitad de precio. Lógicamente, el restaurante no puede sobrevivir dividiendo sus ingresos por la mitad y, antes de que sea tarde, han optado por la obligatoriedad del menú completo.

Hace algunos años, aunque no demasiados, se instaló en las periferias de las discotecas y barrios de nuestras ciudades lo que se bautizó como «botellones», que no es otra cosa que gente joven (y algunos que ya no lo son tanto), que se toman unas copas en la calle, con el maletero de su coche a modo de barra de pub o de discoteca, para así poder llegar al local de ocio sin necesidad de gastar en su interior en consumiciones, mucho más caras.

Hay que estar ciego para no darse cuenta de que todas esas nuevas tendencias antes mencionadas: el «staycation», los «tuppers» en la playa, el «cohousing», los menús no divisibles y los botellones, son solamente los síntomas de la fatídica situación económica en la que nos encontramos.

No tendrás nada y serás feliz

También hay otros aspectos en los que nos quieren manipular para que no nos demos cuenta de la situación complicada que vivimos. Sin ir más lejos, aplicaciones como Wallapop o Vinted, nos invitan a comprar prendas y todo tipo de objetos de segunda mano, para no tener que adquirir lo mismo nuevo y más caro. En realidad yo estoy a favor de reutilizar y dar otras vidas a todo aquello de lo que no hacemos uso ya, pero que sea porque queremos y no por qué no nos lo podemos permitir. Además, para disimular que compramos artículos usados por falta de presupuesto, nos lo venden como una salida ecológica y ética al consumo. Así, nuestras conciencias descansan mejor, pero todo aquel que puede comprar nuevo, no lo hace de segunda mano.

En nuestro país no habíamos visto nunca lo que se conoce ya como «las colas del hambre», que no son otra cosa que largas colas de gente, de ciudadanos como nosotros, en las puertas de comedores sociales y servicios parecidos organizados por parroquias y ONG, esperando su turno para recibir algunos alimentos. Siempre habían existido, para los contados indigentes que allí acudían, estos sistemas de soporte y ayuda, pero ahora hay más indigentes que nunca y, lo que es peor, una nueva clase social por debajo de la conocida como «clase baja», a la que se ha bautizado como «el precariado». Este estrato se corresponde con personas o familias que tienen trabajo, es decir, que perciben un sueldo mensual y tienen la obligación de trabajar para conseguirlo, pero aún y así, no consiguen satisfacer sus gastos y necesitan de estas redes de ayuda y otras para poder subsistir.

No tendrás nada y serás feliz

Cada vez la cantidad de gente, en nuestro país, que vive de las ayudas del Estado es mayor, en concreto, y según alguno de los artículos en prensa y programas de TV a los que me refiero, en España ya hay trece millones de personas en riesgo de exclusión social. (48.797.875 habitantes a 1 de julio de 2024)

El concepto «empobrecimiento» o «pobreza» ha desaparecido de nuestros vocabularios y se plantean las mismas situaciones de mediocridad como tendencias modernas y que, incluso, apetecen vivir en estos tiempos modernos. Por supuesto, en inglés todo suena mucho mejor, quizá porque en ese idioma conseguimos que esos conceptos que acuñamos nos queden tan lejanos como nos gustaría que se alejasen de nuestras vidas, sus vivencias.

Tengamos en cuenta todos que, el ser humano, como ser multidimensional que es, no puede aislarse de la economía. Esta es una crisis económica que nos empobrecerá a todos a nivel económico, pero por consecuencia, a nivel humano.

Querido lector, intenta sanear tus cuentas y deshacerte de todo aquello que lastra tu libertad económica, abre los ojos, lee entre líneas, no te dejes manipular. Dentro de muy poco, los medios de comunicación te bombardearán con consignas tan absurdas como esta: «Dormir en la calle es la tendencia más ‘cool’. Cada vez hay más sin techo que tienen como rutina dormir bajo las estrellas, disfrutando así de un espectáculo sin parangón. ¡Únete al ‘streetsleeping’!».

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