La casa sin barrer

Y digo yo…que el uno por el otro y la casa sigue igual de sucia. Tanto da que da lo mismo. Si están unos en el poder porque son los unos y si son otros los que lo ostentan, pues porque son los otros. La casa de todos, en la que todos debiéramos respirar aire puro y honrado, huele a podrido por muchas promesas de regeneración que se hagan desde cualquier espacio político. Antes eran unos y ahora son otros. A fe que no son más porque no pueden desbancar a los unos y a los otros. Penoso.

La corrupción que no cesa

Y después de este enrarecido y pesimista párrafo hay que continuar, lamentablemente, con el desánimo al observar cómo se van repitiendo los casos de corrupción en la clase política de nuestro país. Uno, de verdad lo digo, quisiera creer en la honestidad del género humano y se esfuerza por no poner a todo el mundo en el mismo saco, pero mucho me temo que la ingenuidad alcanza límites insospechados cuando se trata de poner la esperanza en quienes tienen opciones para manejar dinero que no es suyo.

Así pues, ninguna garantía ofrece un Partido Socialista Obrero Español que se encarama al poder después de que el Partido Popular pague por su corrupción sistémica. La regeneración prometida se va al traste nuevamente. Pareciera que estamos ante procesos cíclicos que se repiten si posibilidad de hacerles frente. Y si hablamos de corrupción detectada mayoritariamente en el seno de los partidos políticos que, hasta la fecha, se han ido alternando en el poder no es porque no exista desfachatez en las otras formaciones. Solo que no pueden.

La luz y taquígrafos que se asocian con la democracia pronto quedaron en nada al aparecer casos de corrupción “inolvidables”. Ya damos por sentado que los regímenes dictatoriales gozan de impunidad y de contrastada efectividad a la hora de manejar a su antojo el erario público, pero cabía pensar que otros modos iban a imperar, ¿no?. No, ¡qué cosas digo!

Suma y sigue

Así, nada más estrenar la ansiada democracia apareció el caso de los Fondos Reservados, las acusaciones al hermano del vicepresidente Alfonso Guerra, el caso Juan Guerra. El caso Roldan, con un robo de unos 400 millones de pesetas de fondos reservados y comisiones por valor de 1.800 millones. El caso Naseiro, sobre la financiación ilegal del Partido Popular. Los sindicatos tampoco quedaron exentos. Se juzgaron a miembros de la UGT por la utilización de más de 18.500 millones para la financiación ilegal de la formación mediante la cooperativa de viviendas PSV. El caso Malaya, uno de los mayores de corrupción urbanística. Los ERE’s en Andalucía. El caso Nóos que implicó al yerno del rey. El caso del 3 por ciento en Catalunya, donde también hay que citar los casos ITV, y las imputaciones a la familia Pujol. El caso Gürtel, la Operación Púnica, etc, etc, etc…

Me dejo otros muchos, lo sé. La lista es más larga entre los que están juzgados y condenados, y los que se mantienen en fase de judicialización, algunos durmiendo el sueño de los injustos.

Y ahora “Koldo”

La actualidad pone ahora encima de la mesa las presuntas actuaciones irregulares de un personaje “Koldo”, que aterriza en la política de la mano de sendos dirigentes socialistas, primero del partido y luego del gobierno. Un clásico eso del Koldo: chófer, guardaespaldas, hombre de confianza, avanzadilla amenazante, estudios los justos. En fin, ya digo: un clásico.

En la órbita y, al parecer, dominando la situación sea por acción u omisión, conocimiento o la falta del mismo, destaca quién le tuvo a su cargo y le lanzó al estrellato sacándole de la vigilancia del descorche y aupándole hasta el consejo de administración de una empresa de Renfe. El ex ministro Ábalos lo tiene mal, aunque ha ido librando el pelo en el pasado reciente. Lo del caso Delcy quedó en nada y tampoco nada se supo de las razones de su fulminante cese ministerial. Ahora hay que decidir si estamos ante el “caso Koldo” o el “caso Ábalos”.

Al final todos dicen querer coger las escobas para barrer la basura del prójimo y luego se queda sin usar. La mierda les llega al cuello.