Inicio Y digo yo... La báscula indiscreta

La báscula indiscreta

por Jandro Olmo

Y digo yo… que la pobre báscula no tiene la culpa. Ella obedece diligentemente las instrucciones electrónicas que discurren en su interior y hace su trabajo a la perfección. “Ochenta dos kilos punto siete” dice con voz metalizada. Gracias, báscula, se merece.

La protagonista de este breve texto es el pequeño electrodoméstico que se halla en el vestuario masculino del Club de Tennis Urgell. Posiblemente exista también otra de semejantes características en el de las féminas pero, por razones fácilmente comprensibles, lo desconozco. La báscula cuenta con todos los adelantos. Es digital, extraplana, de diseño atractivo y… habla. Sí, si. Se comunica unidireccionalmente con el cliente que requiere sus servicios y le complementa el peso que puede ver en la pantalla digital con la audición de los kilogramos que soporta su mecanismo.

báscula

Se da la circunstancia que en el lugar donde tengo mi taquilla desde hace ya, bueno desde hace muchos años, esta situada la báscula en cuestión. Ya nos hemos hecho amigos y su voz me resulta cada día más amigable. No le digo nada porque sé que no podría contestarme. Su programación se reduce a 6 vocablos, pero a veces le pediría que hablara más bajo, que no hace falta que nos enteremos todos de los que pesa mengano, zutano o perengano.

¡Oído pesaje!

Hay días en que tardo más de la cuenta en salir del vestuario porque me entretiene el adivinar que anunciará mi amiga cuando sube a ella alguien recién salido de la ducha reparadora como llegó a este mundo cruel, o alguien ya vestido. Depende de la apariencia física, me digo: ¿Llegará a los 90? No, este seguro que ya va rondando los 80. Vaya, me equivoqué: Mi amiga no miente y le ha adjudicado unos contundentes 88 kilazos. Los programadores del electrodoméstico han tenido especial cuidado en los modales a emplear. Así, unos diez segundos después de anunciar el peso y dando por supuesto que el cliente (conforme o no con el veredicto) ya ha abandonado la báscula, ésta le despide con un sonoro “Adiós”.

Quien sabe. Si alguna empresa de estas dedicadas a las encuestas y a las estadísticas quisiera trabajar el tema que me lo diga. Yo me siento tranquilamente en la banqueta y, cual vieja del visillo, a parar oreja. Mi amiga la báscula irá dando los datos para elaborar, por ejemplo, una media del peso de los usuarios de vestuario. Dicho sea todo esto con la mejor de las discreciones posibles y sin que se ofenda la báscula indiscreta.

Deja un comentario

Te va a gustar