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La Institución Libre de Enseñanza

por Jandro Olmo
14 min. de lectura

Para abordar el tema de la Institución Libre de Enseñanza comencemos por el origen etimológico del objetivo que persigue: educar. Desde ese punto de vista, el término educación procede del latín “educere” y “educare”. Según el primero de ellos la educación debe entenderse como el desarrollo de las potencialidades del individuo basado en la capacidad que tiene para desarrollarse, y fundamentado en el proceso de “extraer de dentro hacia fuera”, traducción que nos sugiere el vocablo latino. Ello se complementa con la acción formativa del sujeto que acoge el significado de “educare”, que no es otro que el de “criar”, “adoctrinar”,” “discipular” y que descansa en la transmisión de determinados contenidos culturales propios del entorno social en el que se desenvuelve, y cuyo proceso suele llevarse a cabo mediante la ayuda de personas adultas para aquellos que se encuentran en periodo de desarrollo.

Estamos pues delante de un  proceso activo que es ejercido por las generaciones adultas mediante la transmisión de conceptos y valores, con el fin de suscitar en el recipiendario estados físicos, intelectuales y morales que conformarán el medio ambiente específico de cada entorno

La Institución Libre de Enseñanza

La educación está presente en el devenir humano como una acción permanente en el desarrollo de la persona y son muchas las derivas que puede tomar, en función del ámbito social, las condiciones socio-económicas de la población receptora, el arraigo de las tradiciones, la implantación cultural, etc.

Así pues la complejidad del término podríamos decir que es directamente proporcional a las vivencias educativas de la sociedad y al enrevesado y diverso panorama de la población. Es la sociedad en general, y cada ámbito social en particular quienes determinan un concepto de educación que hacen propio.

El sociólogo y filósofo alemán Émile Durkheim (1858-1917) sustenta en su libro “Educación y Sociedad” que la Educación no es más que una socialización metódica de las jóvenes generaciones. Para Durkheim cada persona contiene dos seres, inseparables, pero distintos. El uno es el denominado ser individual que recoge el estado mental propio y se nutre de los progresivos acontecimientos acaecidos en la esfera privada. El otro sería en ser social, más influido por los grupos en los que el individuo está integrado, por las creencias religiosas, las opiniones y las prácticas morales, las tradiciones, etc… que por la propia personalidad. La formación de ese ser social vendría a constituir el fin de la educación. Pero es indudable que la conjunción de ambos espacios (individual y social) deben ser receptores del derecho educativo, fomentando las potencialidades personales dentro de un marco de convivencia.

Krause y la ILE

Un referente fundamental de la implementación de la Institución Libre de Enseñanza en nuestro país es el que constituye el filósofo alemán Krause, de cuyos postulados bebieron sus principales inspiradores. Conozcamos brevemente al filósofo hermano

Karl Christian Friedrich Krause nace el día 5 de abril de 1805. A los veinticuatro años de edad y tras meditarlo serena y concienzudamente, se sometió al rito de iniciación masónica en la logia Arquímedes de los Tres Tableros de Altenburg, ciudad alemana del,  en la actualidad, Estado federado de Turingia.

Diversas conversaciones previas con Johann August Schneider, buen amigo de su padre y destacado miembro de la logia altenburguesa, le habían convencido de que la masonería encarnaba en germen sus ideales filosófico-sociales, y en efecto,  la decisión de incorporarse a la Orden supuso para el filósofo alemán la posibilidad de desarrollar su obra teórica dentro de un ambiente que, hasta que llegó la decepción, le mantenía en permanente actitud de trabajo y esfuerzo, producto de la enorme admiración que siempre prestó a la Institución.

Una admiración que no estaba exenta del  espíritu crítico y reformista que Krause ejercería con firmeza. Esta actividad le llevaría finalmente a la irradiación.  La elaboración y publicación de “Los tres documentos más antiguos de la Hermandad masónica” ocasionó un espectacular revuelo en el ámbito masónico alemán y su expulsión de la Logia se materializaría el 17 de Diciembre de 1810, por traición a la masonería y revelación de secretos. Setenta y un años después, aunque a título póstumo, la Masonería alemana reconocía su error y la figura de Krause sería rehabilitada.

A pesar del alejamiento obligado, Krause continuó su labor filosófica y humanística con la Masonería como Norte de su quehacer. Si cabe, su concepción de los valores masónicos llevados al mundo de la educación crecieron sensiblemente y en cierta ocasión escribiría: “¡En ti, oh arte más que real, veo el germen sano y lleno de esperanzas de una Humanidad mejor!; tú darás a la Humanidad lo que el Estado, la Iglesia, la familia y la amistad no le puede dar: el perfeccionamiento multiforme, equilibrado y armónico de toda la naturaleza humana, alcanzando una paz definitiva en una sociedad hermosa y llena de amor”.

Krause gozó, de escasa comprensión en su propio país. Sin embargo encontraría un gran predicamento en España donde se forma, durante la Primera República, un importante colectivo de pensadores, intelectuales y docentes que se reúnen bajo el pensamiento krausista, en una época en la cual se manifiestan enormemente las tensiones entre religión católica y política, donde la primera condenaba como anatema el hecho de transigir con la modernidad y el liberalismo, de manera que los pensadores progresistas veían enormes inconvenientes para conciliar sus proyectos reformistas con el catolicismo imperante.

El krausismo fue, ante todo, una metafísica o, mejor aún, un complejo sistema filosófico -sin duda más interesante de lo que muchas veces se ha afirmado,  fundado en un “racionalismo armónico”, que tiene como centro la idea de Ser, esto es, de Dios, a cuya visión se llega a partir de la intuición del Yo. La intimidad del Yo -el ser individual- y el Ser -Dios-, es, dice Posada, “el momento culminante del filosofar en Krause y del goce en el místico”. Afirmando la intimidad entre el Yo y el Ser, surge el “profundo carácter religioso, místico de la filosofía de Krause, y esto explica muy bien el valor de esta filosofía como una filosofía de la vida y para la vida, o como una filosofía de la historia; y esto explica, además, que el influjo de Krause y de sus discípulos y continuadores como Röder, o el propio Giner se haya producido principalmente en las disciplinas éticas y sociales, en la pedagogía y en la educación, en la filosofía del derecho y también en la política

La ILE y la Orden

Si los inicios de la Institución Libre de Enseñanza estuvieron amparados por el idealismo de Krause y su trayectoria, poco más puede añadirse a la relación indefectible entre la Orden y el proyecto educativo que nos ocupa pues la impregnación de los valores masónicos transpiraba de manera clara.

 Ello no significa que los inspiradores de la Institución Libre de Enseñanza pertenecieran a la Masonería aunque perfectamente podían coincidir con los postulados fundamentales a la hora de implementar sus valores en el sistema educativo que se pretendía.

En este sentido cabe resaltar el pensamiento y la opinión de su Fundador acerca de la Institución Masónica y de su comportamiento frente a su referente filosófico en el proyecto que le mantenía ocupado. Giner de los Ríos expresaba sin rodeos su opinión sobre la masonería en su relación con los krausistas españoles de la época: “Haré observar que dan a la Francmasonería una importancia superior a la que para nosotros aquí representa. Aquí esta sociedad se compone de hombres políticos (muchos de ellos grandemente corrompidos y ambiciosos) que la explotan para sus fines de partido e individuales, y de algunos jóvenes ardientes y acalorados que se dejan explotar inocentemente por aquellos, o que se consagran a obras de beneficencia laudables, seducidos por el encanto de los misterios, los ritos y demás elementos maravillosos, que pudiera llamar magia blanca. Entre nuestros amigos, por fortuna, casi ninguno pertenece a esta desautorizada corporación, que de tal manera pagó a Krause su generoso amor a la Humanidad y al bien”

La Institución Libre de Enseñanza
Francisco Giner de los Rios

Queda patente la distancia que Giner de los Ríos marcaba con la Orden y así se lo hacía saber en una carta al filósofo alemán Karl Röder, fechada a 31 de mayo de 1871, que se conserva en el Fondo ILE de la Real Academia de la Historia.

Pese a ello personajes muy ligados a la Institución Libre de Enseñanza que desarrollaron el proyecto iniciado por los miembros fundacionales sí pertenecieron a nuestra Augusta Orden. Cabe destacar nombres como los de Fernando de los Ríos, Segismundo Moret, Francisco de Paula Poveda, Luis Simarro o Antonio Machado Núñez, éste último abuelo de los Machado, poetas de la Generación de 98.

Todos ellos eran fervientes seguidores de los postulados krausistas y en el ideario de la ILE puede hallarse una evidente coincidencia entre los principios de neutralidad política, religiosa y filosófica que se detallan en su reglamento y los planteamientos ideológicos de las Constituciones Anderson, además de la clara apuesta que se hace a favor de conceptos tales como la tolerancia, la armonía o el universalismo.

La ILE dentro de la tradición universalista masónica, no se limita al espíritu general de neutralidad, tolerancia y universalismo. Descansa además en las bases pedagógicas diseñadas por Krause y las hace completamente suyas.

Estas son: la distinción entre educación e instrucción; educación en libertad y amor; educación armónica en los aspectos de educación del cuerpo y del espíritu, de ambos sexos (coeducación), del conocimiento, de la voluntad y del sentimiento, del respeto frente al educando; importancia de la familia en la educación; importancia del amor por la naturaleza; importancia del juego, de las actividades manuales y creativas, etc..

Nacimiento en España

La Institución Libre de Enseñanza se constituye en el año 1876 bajo la presidencia de Laureano Figuerola, político catalán y que estuvo al frente del Ministerio de Hacienda y firmó el Decreto por el que se implantaba la peseta en España como moneda única y de curso legal. Sus restos descansan en el cementerio de Girona. Aunque fue elegido primer presidente de la ILE es el nombre de Francisco Giner de los Ríos el que aparecerá como inspirador principal de la Institución.

¿Quién era Giner de los Ríos? A buen seguro que todos vosotros hermanos sabéis de su figura y existencia. Basten algunas pinceladas de su biografía. Nace en Ronda (Málaga) y la historia lo recuerda como pedagogo, escritor y pensador. Se licencia en Derecho y Filosofía y pronto abraza el ideal racionalista de armonía social que propugna Krause.

La Institución Libre de Enseñanza

Obtiene en 1867 la Cátedra del Derecho y el derecho Internacional de la Universidad de Madrid. Nueve años más tarde funda la ILE y hasta el final de sus días dedicará sus esfuerzos a la puesta en marcha y desarrollo de las líneas pedagógicas de la Institución

En esta tarea participan también los catedráticos Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sáinz Rueda, Nicolás Salmerón, Fernando de Castro, entre otros, impulsados por el litigio ante la Administración educativa y la reivindicación de la libertad de cátedra. El Estado pretendía controlar los libros de texto y los programas que los profesores impartían en la Universidad. Era una clara negativa, por decoro intelectual, respeto a la ciencia y amor a la libertad, a someter sus programas y sus enseñanzas al dogma de la Iglesia Católica.

Justamente la defensa de la libertad de religión y de la igualdad de cultos formaba parte de  los ejes programáticos fundamentales. Como puede vislumbrarse, las consecuencias de las aspiraciones de Giner y los otros catedráticos tuvieron como consecuencia la pérdida de sus cátedras. Con la llegada de la denominada “La Gloriosa”, revolución de 1868 que supuso el derrocamiento de Isabel II, y en un ambiente más democrático, recuperarían la catedra de la que, nuevamente, serían desposeídos con la finalización de la Primera República.

Muere en Madrid, a los 76 años de edad y de entre su extensa bibliografía cabe destacar el libro “Lecciones sumarias de psicología” (1874) “Estudios sobre Educación” 1886) “Educación y Enseñanza” (1889) “Resumen de la filosofía del derecho” (1898) y “Pedagogía universitaria” (1905)

Podría establecerse como el nacimiento de la Institución Libre de Enseñanza el proyecto de Giner de los Ríos de crear una Universidad en Gibraltar, tras recibir la propuesta con financiación inglesa. No obstante el alumbramiento no se produce debido a numerosas dificultades, sobre todo políticas. Los krausistas, con Giner a la cabeza, deciden optar por una Universidad Libre de enseñanza, entendiendo por libre un foro que con neutralidad ideológica, confesional, política y sustentada en el culto a la ciencia y la racionalidad, consiguiera la regeneración educacional del país desde la ciencia en los estudios superiores.

Pero todo ese proyecto que pivotaba en la enseñanza universitaria pronto se vio superado por la necesidad de no comenzar la casa por el tejado, de manera que tan solo dos años después de la fundación de la ILE, llegan al convencimiento que lo fundamental para conseguir los objetivos marcados no son los estudios superiores y científicos, sino la formación básica e inicial. Se trata de fomentar la educación primaria desde la que cimentar un país moderno, invirtiendo la estrategia. No se persigue ya la transformación desde arriba sino, todo lo contrario, desde la guardería, con el fin de formar hombres, no tanto sabios sino personas receptoras de una educación integral.

Principios pedagógicos de la ILE

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La Institución Libre de Enseñanza establece entonces unos  principios educativos que vienen a suponer una verdadera revolución. Para Giner pasar un día en el campo y conectar con la madre tierra y la naturaleza era mucho más importante que pasarlo en las aulas.

El principio fundamental es educar a sus alumnos, que incluye la instrucción de todas las funciones y energías del cuerpo y del alma. Para ello es primordial el principio de la «reverencia máxima que al niño se debe». Ajena a todo particularismo religioso, filosófico y político, se propone sembrar en la juventud, con la más absoluta libertad, la más austera reserva en la elaboración de sus normas de vida y el respeto más religioso para cuantas sinceras convicciones consagra la historia

Cambio de escenario

La propia “estética” de estos espacios educativos tenía para los inspiradores de la ILE una concepción que difería sobremanera de la tradicional. “Transformad esas antiguas aulas – decía Giner – Suprimid el estrado y la cátedra del maestro. En torno al profesor, un círculo poco numeroso de escolares activos que piensan, que hablan, que disputan, que se mueven, que están vivos y cuya fantasía se ennoblece con la idea de una colaboración en la obra del maestro”.

Fuera exámenes

INSTITUCIÓN

Se trataba de potenciar la enseñanza intuitiva con un importante énfasis en la experiencia versus la lección magistral. La ILE instauró la “evaluación continua” huyendo de los exámenes finales (de hecho abogaba por la total supresión de los exámenes) .Con la evaluación continua se perseguía un mayor y mejor seguimiento del progreso en el aprendizaje a lo largo del curso académico. Para Giner y los suyos se trataba de poner fin a lo que ellos vinieron a denominar el procedimiento de estampación, en el que el maestro se convierte en  el poseedor de la verdad y frente a él se encuentra el alumno que, sumiso y sin opinión, digiere la presunta verdad para luego reestamparla de memoria el día del examen.

No a los libros de texto

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Otro de los principios que rasgó no pocas vestiduras, mayormente negras y de larga botonadura, fue la propuesta de la abolición de los libros de texto, con los que se anula la capacidad de búsqueda y curiosidad del alumno al someterle al consumo, a fuerza de codos, y ahogando la tentación a la consulta de otros libros que ya no son necesarios. Para la ILE la enseñanza debe constituir una excitación permanente a la curiosidad, a la búsqueda. No se trata de enseñar las cosas, sino de enseñar a  hacerlas y los libros (no los de texto) deben ser instrumentos esenciales como fuente generadora de cultura

Sí a la coeducación

Dentro del ámbito de la igualdad cabe destacar uno de los principios fundamentales e irrenunciables que implantó la Institución Libre de Enseñanza, y que no es otro que el de la Coeducación. Al igual que en el ambiente familiar no existe problema alguno en la convivencia de seres de uno y otro sexo no hay razón para que ello ocurra en el ámbito de la escuela. De este modo la coeducación contribuirá para terminar con la entonces inferioridad positiva de la mujer que no comenzará a desaparecer hasta que ella se eduque y como el hombre, no solo con el hombre

Modus operandi

La mecánica en las aulas debe basarse en un ambiente familiar e informal, a modo de conversación entre maestros y alumnos para conseguir más el descubrimiento que la propia recepción del concepto. A sí, se fomentan los métodos intuitivos, las realidades en lugar de abstracciones, los objetos en vez de las palabras. El aula debe convertirse en un taller, el maestro un director y los alumnos una familia.

Educación neutral

Los inspiradores de la ILE ponen por delante la necesidad de una enseñanza alejada por completo de la confesionalidad y el dogmatismo, no solo en la escuela pública sino también en las de carácter privado. Esa insistencia en la neutralidad de la educación está encaminada a la formación de individuos capaces de emanciparse de la tutela sectaria de los dogmas para conseguir una convivencia en libertad.

Coincidente con el ideario masónico, la ILE afirma que la tolerancia es un valor de primer orden, inherente al hombre, y no puede existir sin el respeto a las opiniones ajenas, por más que puedan ser contrarias a nuestras convicciones más íntimas y arraigadas. Ahora bien, esa inmanencia de la tolerancia con el hombre necesita del espacio de libertad adecuado y no se adquiere por generación espontánea, no es innata, sino que únicamente puede ser adquirida con el aprendizaje en el transcurso de un proceso educativo correctamente orientado.

Atención rural

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Junto a estos y otros conceptos cabe destacar el objetivo de extender territorialmente la enseñanza y la promoción de la Cultura que se marca la ILE durante su existencia. Y son destacables las llamadas Misiones Pedagógicas y las campañas de alfabetización que se llevaron a cabo en un territorio con un altísimo índice de analfabetismo. Se crearon bibliotecas y se acercaron las artes al medio rural (teatro, poesía, etc…)

Así, la Institución Libre de Enseñanza aparece en el panorama educativo español como una alternativa a la educación oficial implantada y con el ánimo de  discurrir paralelamente a la misma. La ILE tiene a gala la independencia de pensamiento y creencia en lo que a la religión y política se refiere. Incluso amplia la libertad de criterio al pensamiento filosófico y proclama, como eje fundamental de su doctrina la libertad e inviolabilidad de la Ciencia, y de la subsiguiente independencia de su indagación y exposición respecto e cualquier otra autoridad que no sea la del profesor, figura ésta a la que concede la responsabilidad educativa según su conciencia.

El Maestro

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Dediquemos un espacio a esta figura capital para el buen funcionamiento de la metodología ILE.

Giner de los Ríos afirmaba con frecuencia que la sola existencia del maestro era suficiente para conseguir los objetivos de la verdadera educación. “Dadme al maestro y yo dejo para vosotros el edificio, las instalaciones, la organización, los programas y todo lo demás”.

El maestro tipo para los institucionistas era aquél que no ponía trabas al impulso que de él mismo surgía, que no cambiaba su ideario por más o menos remuneración y no regateaba un minuto a su compromiso moral. Todo ello frente a la situación que existía en aquel entonces propiciaba la burocratización del profesorado a base nombramientos vitalicios que minaban paulatinamente los posibles estímulos que hubieran existido.

El maestro tiene como misión alimentar la fuerza personal del educando y debe establecer una relación con el alumno en la que la intuición juega un papel determinante, asumiendo intuitivamente aquellos caracteres personales del alumno, estimulando su desarrollo, secundando su actividad, alimentando su maduración.

Fin del Proyecto

Toda la aventura educativa llevada a cabo por los fundadores y posteriores actores de la Institución Libre de Enseñanza se vino abajo tras la instauración del régimen franquista, una vez terminada la Guerra Civil Española. Ya en plena guerra el bando sublevado se encargaba en señalar como culpables de la situación en la que se encontraba el país a los profesores e intelectuales próximos a la ILE, adjudicándoles la responsabilidad de “los desmanes que tanto espanto causan. Son sencillamente los hijos espirituales de catedráticos y profesores que a través de instituciones como la llamada Institución Libre de Enseñanza, forjaron generaciones incrédulas y anarquistas”.

Llegaría con el fin de la guerra la implantación de la política educativa del nacional catolicismo y se llevaría a cabo el total y absoluto desmantelamiento de todo lo que tuviera que ver con postulados o prácticas anteriores, con las consiguientes purgas y arbitrarias y lamentables decisiones.

¿Qué nos queda hoy?

Superado el período de la dictadura franquista recobra nuestro país la convivencia democrática y la Enseñanza-Educación sigue siendo uno de los pilares en los que se fundamenta el Estado y al que la clase política dedica especial interés. En este sentido hay que notar la decepción que supone observar la falta de un proyecto que logre aunar actitudes educativas, más allá de los intereses políticos coyunturales que opten a la planificación educativa. Los bandazos en programas educativos no son, sin duda alguna, el mejor método para conseguir la educación generacional fundamentada en valores que deben estar por encima de los programas electorales o las expectativas de cualquier formación política.

Afortunadamente el espíritu de la ILE sí puede percibirse en algunos centros escolares, incluso de la esfera pública, que, entre otros han optado por implementar el llamado “Método Montessori”, cuya ideóloga fue la educadora María Montessori. El método, publicado en 1912, recoge metodologías para ayudar al niño a obtener un desarrollo educativo integral, trabajando sobre bases científicas, donde la escuela no es un lugar en el que el maestro transmite conocimientos, sino un lugar donde la inteligencia y la parte psíquica del educando de desenvuelve a través de un trabajo libre, con material didáctico especializado.

La influencia de la corriente filosófica alemana, de Karl Krause, fue decisiva para crear el caldo de cultivo que se gestó en la Institución Libre de Enseñanza en el cual florecerían personalidades como Alberti, Lorca, Unamuno, Ortega y Gasset, Dalí y Buñuel, entre otros no menos conocidos como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Azorín, etc.

¿Quién no querría que nuestro país pudiera fomentar, de nuevo, la aparición de una cohorte de personalidades de este calibre? Puede que la ILE naciera con el espíritu de conseguir una universidad libre, sin ataduras dogmáticas, pero no lo es menos que su verdadero éxito llegó gracias a los niveles educativos previos y, en especial, en relación con la educación primaria y secundaria.

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