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Conciencia global

por Víctor Arnó
4 min. de lectura

En muchas de las antiguas filosofías orientales se habla del “hilo rojo”. Aquello que nos une a todos de forma global y nos mantiene conectados, pero que no podemos ver.

También científicos de primer nivel occidentales como el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung expusieron sus teorías sobre la conciencia global expresadas en sus estudios sobre el “mundo de las ideas” o el “inconsciente colectivo”.

El concepto del “Hilo rojo”, el “Mundo de las ideas” o los “Registros Akasicos” intentan explicar la conexión mental (que no cerebral) que hay entre todos y cada uno de los habitantes de nuestro planeta y posiblemente tenga relación con el entrelazamiento cuántico en el que dos partículas que están vinculadas cambian de estado incluso cuando se las separa, hecho que es observable de manera instantánea y que está demostrado científicamente aunque todavía no se conozca el mecanismo que actúa para que así sea.

Centrándonos en la conexión de conciencias, voy a enumerar una serie de eventos que tuvieron un alto seguimiento por las personas que habitamos el planeta:

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-Seis de septiembre de 1997, funeral de la princesa Diana de Gales, conocida como Lady Di.

-El once de septiembre del 2001, con 1016 fallecidos contabilizados, se dice que entramos oficialmente en la tercera guerra mundial. Fue un atentado terrorista como no se había conocido uno en la historia.

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-Proyectos de meditaciones mundiales como “La meditación mundial por la paz” del 23 al 27 de septiembre de 2001 con concentraciones de más de 1000 meditadores juntos en algunos países.

-El once de marzo de 2004, 193 muertos en Madrid por un ataque terrorista con bomba.

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-26 de diciembre de 2004, 275.000 víctimas en el Tsunami que se originó en el Sudeste Asiático.

-Mucho menos dramático pero muy importante, cada celebración de Año Nuevo a lo largo de todo el planeta en función de sus husos horarios.

Todos estos sucesos tienen un punto en común. El proyecto conciencia global de la universidad de Princeton que, desde 1998 utiliza unos generadores de números aleatorios para medir la entropía en el estado cuántico.

Estos generadores llamados “Psyleron” generan números aleatorios de manera continua y dejan reflejados sus resultados que en condiciones normales acostumbran a estar balanceados.

Cada uno de estos generadores obtienen 200 números por segundo entre 0 y 1 de manera totalmente aleatoria.

Lo habitual son resultados del estilo de 48 ceros y 52 unos, 50 unos y 50 ceros, etc.… esto es lo que se conoce por resultado balanceado o equilibrado. Pero a veces, cuando está a punto de suceder o hace muy poco que ha sucedido algo que nos consterna o capta la atención de nuestras conciencias a nivel global, estas tendencias se desequilibran de manera estadísticamente inexplicable. En alguno de los casos antes comentados, las desviaciones llegan a 98 ceros y 2 unos de manera continuada y sostenida en un tiempo.

Esto podría achacarse a un mal funcionamiento del dispositivo o alguna interferencia electrónica si no fuera por qué se utilizan estos dispositivos en 65 países del mundo, conectados con un gran servidor en la universidad antes mencionada para comprobar los datos.

Estas mediciones se toman de manera continua 24 horas al día 7 días a la semana desde 1998 y se analizan en tiempo real por un software de inteligencia artificial que mediante un semáforo de tres colores informa de si la entropía está dentro de sus valores habituales o hay una concentración de resultados en alguno de los dos extremos de la gráfica.

Todos y cada uno de estos eventos que hemos enumerado, crearon una ruptura de la aleatoriedad intrínseca al universo.

Es interesante pensar que si un suceso que nos consterna como un atentado terrorista y otro que nos llena de esperanza y buenas voluntades como una celebración de noche vieja son capaces de alterar la entropía cuántica, es muy posible que el origen sea simplemente nuestra atención, ya que como nos da a entender Heisenberg en su principio de incertidumbre, nuestra atención en un hecho modifica la manera en que es percibido de manera medible.

La mente y el egregor

Siendo de esa manera y dando por bueno lo que varios científicos y tradiciones antiguas dicen desde hace muchos años y en Princeton intentan demostrar desde el año 1998, nuestras mentes estarían todas conectadas, unidas en una única gran mente que también podría estar subdividida en porciones de esa mente global formando lo que llamaríamos egregores.

El egregor sería, por tanto, la definición de la entidad psíquica que se crea cuando varias conciencias trabajan o cooperan en el mismo sentido y dirección.

Conciencia global

El egregor no solamente engloba pensamientos globales sino también emociones globales aportadas por el colectivo de sus generadores.

Su etimología griega nos da una idea de por dónde va el concepto, ya que significa “guardián”, “vigilante”, “alerta”. A mi entender esta etimología es muy clara al referirse a que la entidad psíquica creada como egregor está siempre presente cuando aquellos que lo han creado están reunidos en su propósito. Si este experimento de Princeton, estos generadores de números aleatorios y nuestros conocidos egregores no son solamente una mala pasada de la entropía cuántica y del libre albedrío, estamos todos conectados.

La hermandad de los pueblos humanos es una realidad y, por tanto, nuestra fraternidad tiene un soporte científico sobre el que apoyarnos para llevarla a cabo.

Todavía la ciencia no nos aporta respuestas a cuestiones que se consideran más esotéricas o incluso mágicas, como el tema del inconsciente o la gran mente colectiva, pero cabe una esperanza en los avances que se están realizando por demostrar otras realidades menos tangibles a la material.

Un saludo.

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