Los valores de la libertad igualdad y fraternidad son una divisa en la masonería. Nos dan la pauta en lo que al comportamiento masónico se refiere y en la relación como masones que debemos tener y defender en el mundo que nos rodea, ese mundo cubierto en buena parte por las tinieblas de la opresión, la desigualdad y la hostilidad.
Muchos sabéis ya que quedé impactado por la visita al barco de rescate Open Arms, las historias que nos relatan su tripulación y muy especialmente su capitán son capaces de turbar el pensamiento y también invitan a la reflexión a este masón.
Libertad
Está claro que el rescate en el mar es un deber humanitario ineludible pero no nos damos cuenta habitualmente de que ese rescate en alta mar que muchas veces les salva la vida, no es más que un peldaño en una vida azarosa. Un simple “contratiempo” esquivado a tiempo. Esto es así porque aun y conservando la vida, quedan todavía muchos obstáculos por salvar para cada uno de los protagonistas de este drama.
Estas persones llegaran posteriormente a un puerto de desembarco donde serán acogidos por unas horas, o días, o incluso meses, pero después su futuro y su seguridad volverá a quedar en manos del destino. Cuando busquen un trabajo para procurarse una vida nueva en un país que les acoge, se encontrarán en algunos casos con el muro del racismo, en otros el muro será la falta de formación académica, el muro cultural, el ideológico, el del idioma,… Son muchos los muros que deberán sortear. Algunas de estas trampas en el camino serán culpa de la población de acogida. En ese sentido, los masones ya llevamos muchos años luchando para que la tolerancia y la igualdad sean valores firmes en nuestras sociedades.
Igualdad
Otras de las trampas a las que estos nuevos ciudadanos se enfrentan formarán parte de su herencia nacional. La falta de inversión en educación, sanidad, planificación familiar e infraestructuras en sus países de origen, habitualmente producen unos choques culturales insalvables cuando llegan aquí. Todo esto conduce a una precarización no solo de sus condiciones laborales si no a una precarización multidimensional de la persona. Sus trabajos, sus relaciones con los nacionales, su relación con la administración o los servicios públicos, su propia autoimagen personal se convierte a nivel psicológico en la de un ciudadano de segunda que por tanto merece y se conforma con la vida que obtiene en esta segunda liga de la realidad.
Como masones podemos estar orgullosos, a mi modo de ver, por los avances éticos, morales y sociales que en nuestras sociedades hemos sido capaces de hacer progresar pero no podemos regodearnos en nuestra eficacia. En el filosofismo se nos enseña a enfocar nuestro trabajo masónico a la sociedad, pero la globalización en la que vivimos ha reducido el tamaño de nuestro planeta aumentando el de nuestras sociedades. Hemos de exportar nuestros valores allí donde sean más necesarios y si detectamos desequilibrios en la inmigración debemos intentar corregirlos para que de esta manera puedan compartir nuestra realidad sin los obstáculos antes mencionados.
Fraternidad
Ningún hombre será libre, igual y no podrá ser fraternal con su vecino si no están en igualdad de condiciones con todos aquellos que se encuentre en el camino. La igualdad no es solamente disponer de los mismos derechos, la igualdad es también un estado mental y de autoestima. Ningún hombre se puede sentir igual a otro en menoscabo de sus oportunidades.
Es por ello que los masones debemos aplicarnos como siempre hemos hecho pero debemos, a mi modo de ver, intensificar nuestros esfuerzos en aquellos aspectos de la sociedad que, por deficitarios, afectan a parte de los pobladores de nuestra sociedad que no se consideren a si mismos ciudadanos.
Nuestro lema no tendrá valor alguno si permitimos que moren en nuestras ciudades habitantes sin opción a realización personal e incluso sin aspiración a ella.