Justo pasó el Solsticio de Invierno. En los albores de la humanidad, el hombre observó que la fuente de calor y de vida – el sol – no estaba fija en la bóveda celeste, y que describía una trayectoria, apareciendo y desapareciendo alternativamente, llevando diariamente a su alma, la tribulación de la incertidumbre del regreso o de la partida para siempre del astro. Pero la reiteración de su diario renacer, se incorporó en su compresión limitada y asumió que el Dios de la vida lo protegía y garantizaba su sobrevivencia. Entonces nace el sol como Deidad.
Estas observaciones también le hicieron comprobar que su caricia se hacía más tenue, al avanzar el tiempo; su duración más breve y su ausencia más prolongada. Entonces el miedo a la muerte de la luz es asumida como la propia muerte, en la medida que el astro abandona el cielo hasta la casi completa victoria de la sombra. Y ello ocurre en el hemisferio Norte, casi al término de cada de cada período temporal, que ahora llamamos año. Es el día más corto. Hoy sabemos con certeza, que NO EL FIN DEL MUNDO sino el SOLSTICIO DE INVIERNO.
Ciclo vital
Pasada la angustia compartida por la ausencia de la luz, el Oriente vuelve a mostrar el renacimiento del ciclo vital y la paz retorna al corazón del hombre. Una vez más la observación del cielo permitió comprender a nuestros ancestros que se trataba de un ciclo que se repetía – como la noche y el día – y que se seguiría repitiendo hasta el último día de vida del Universo.
Entonces descubre la necesidad de medir los tiempos de los desplazamientos del Dios Vital y la duración de sus ciclos, para así ajustar las conductas humanas a la fuente de la vida. Ha nacido el calendario, y en él, se marca como efeméride sobresaliente, la época en que el sol – luego de una lenta y regular decadencia – muere en la noche más prolongada del cielo. Pero esta vez acompañado de la expectativa humana de su certero renacer.
Es entonces la pausa imperiosa, y el descanso imprescindible del Dios Sol pasa a ser el primer motivo de celebración del hombre, porque conlleva el reinicio de la vida, la esperanza renovada del desarrollo de la naturaleza, la multiplicación de peces y panes, en síntesis la garantía del triunfo de la especie sobre la muerte; el triunfo de la luz sobre la noche, el triunfo de la eternidad de la humanidad sobre el tiempo.
Las civilizaciones primigenias incorporan esta fecha en sus almas como motivo de alegría, y la tradición de todos los pueblos ha respetado esta celebración.
Como ejemplo, diremos que en las más destacadas civilizaciones de la historia antigua tenía importancia substancial y como tal se celebraba el día más corto del año. Sumerios, Caldeos, e Indios en los tiempos más remotos; Egipto, cada año en la misma fecha, espera la resurrección de Osiris, que conlleva la inundación del Nilo y con ello, la vida de este pueblo. Grecia celebraba LA KRONIA (Homenajes a Kronos, Dios del Tiempo). Para Roma la fecha coincide con LAS SATURNALIAS, (festejo de la ESPERANZA.)
Cuando el Papa Juan I, que reinara a principios del Siglo VI de nuestra Era – ya producida la conversión de Constantino y el Cristianismo ya elevado a Religión del Estado de Roma y bautizada como Católica ( Universal ) ordenó al matemático Dionisio El Exiguo calcular la fecha de nacimiento de Cristo, éste no vaciló a hacerla coincidir con el Solsticio de Invierno, del primer año de nuestra Era; quizás si no podía concebir el nacimiento del Redentor en momentos distintos que el renacer de la luz, la fiesta de la esperanza.
La medida del tiempo
Hoy que sabemos que no es el Sol el que circunvala los planetas sino que éstos a aquel, nada ha cambiado en la forma de medir el tiempo; la noche más larga sigue siendo la de Solsticio de Invierno, y los hombres esperamos, igualmente asombrados, el milagro de la resurrección del Sol en el Oriente y la reanudación del ciclo que nos marca todo nuestro entero tiempo.
Todas las formas de medir el tiempo se apoyan en igual fundamento; así el Calendario Gregoriano; el Alejandrino, el Agro-medieval, el Francés revolucionario, presentan una división en doce segmentos. En nuestros templos, también hay doce signos (Zodiaco) que es la forma de medir el paso del tiempo para los Francmasones . Es decir, un Calendario.
Pero, ¿Qué es el Solsticio de Invierno?
Es el punto en que la posición del sol se encuentra a la mayor distancia angular negativa del Ecuador celeste, contestará un erudito.
Es la alegría que invade el corazón de los seres humanos, porque el sol ha renacido y vuelve reinar la esperanza del fruto en sazón, afirmará un campesino.
Es el inicio de un nuevo camino de los astros en torno al sol, informará el hombre que cada día debe ganar con esfuerzo su pan y el de los suyos.
Es el milagro de Dios repetido cada año, dirá el religioso.
Es la armonía del Universo que reinicia su marcha, luego de la pausa necesaria dedicada al descanso, podría señalar un INICIADO.
Y todas las respuestas son la verdad: verdad única y diversa, como las certezas que los hombres conseguimos en uso de la libertad y en ejercicio de la razón.
Pero ¿Por qué la Orden celebra el solsticio como una efeméride de obligado acatamiento? Los que tenemos la certeza que la Francmasonería armoniza tradición y progreso, creemos que como un homenaje a los ancestros, buscó un elemento que los caracterizara y que fuera de tal valor, que pudiera ser asumido por el hombre de todos los tiempos. Celebración de la esperanza; de la rueda del progreso que no se detiene; del tiempo finito para el hombre, pero inconmensurable para la especie, se encuentran en los misterios de esta fecha. Los diversos rituales en uso en la Orden, lo incorporan entre sus arcanos, con parecidos objetivos iniciáticos. Y el tiempo, presente en todas nuestras prácticas, también tiene su reflejo en esta celebración.
Finalmente una reflexión sobre el tiempo, – que es el marco de esta celebración – que le pido prestada a Shakespeare: “El tiempo es lento para el que espera; rápido, para el que teme; largo para el que se lamenta y corto para el que festeja. Pero para los que aman, el tiempo es eternidad“. Os invito a una reflexión sobre esta fecha.