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Lentitud

por Gloria Martín
1 min. de lectura

Todo empezó por mi portátil. Se negaba a conectarse, me decían que pensaba lento, que

tuviera paciencia. Al cabo de unos días, vi que el agua de la ducha tardaba en calentarse.

Por eso de la conciencia y el ahorro, me empecé a duchar con agua fría (fría como la

mirada de un policía de tráfico al darte el alto. Fría como un verano solitario).

Luego fue la tele, que no arrancaba, la cabrona. No era culpa del mando, ni una avería,

simplemente, le costaba cumplir con su obligación de volverme loca entre tanda y tanda

de anuncios.

Me tuve que conformar con ver juicios listos para sentencia, sesiones parlamentarias

con el voto dado, asesinatos con el asesino ya confeso.

Ingenua de mí, y paranoica por tanta vida a medias, lo atribuí todo a “la rebelión de las

máquinas” —ahora que todo el mundo se rebela, tenían derecho también esas

desgraciadas a decir “esta boca es mía y no tuya, pedazo de idiota, y trabajo y descanso

y me jubilo cuando quiero—”

Lentitud

Pero pronto, todo empezó a deslizarse hacia un inquietante misterio: la lentitud de la

naturaleza misma, una especie de imperio de la pereza.

Si subía la persiana, el sol tardaba en entrar más de la cuenta. Me volaba el sombrero

cuando ya no hacía aire. El día se alargaba y la noche aparecía con un retraso

exasperante, casi de la mano del alba, y así, se retrasaba irremediablemente

mi vigilia, mi sueño, el despertarme (hasta después de tres cafés, era incapaz de

confirmar que seguía estando viva).

Un aletargamiento global, una desesperante parsimonia, empezó a afectar también a mis

manos, a mis pies, a mi sexo, a mi cabeza.

Sólo mi miedo y mis arrugas seguían fieles al dictado de la velocidad justa

que nos impone el universo.

Sólo mi miedo y mis arrugas mantenían un ritmo

diligente y regular.

Eso me dio la clave: quizás es que me estoy haciendo vi……e…..jaaaa…

pensé len-ta-men-te.

1 comentario

Víctor Arnó 31/07/2024 - 14:27

Como síntoma añadido, en mi caso, a la vejez; siento la misma sensación pero, cuando hecho la mirada y el pensamiento atrás, me doy cuenta de lo rápido que ha pasado todo en contraposición de lo lento que es el presente.

¿Será posible, en esta dimensión tan relativa, que el pasado sea mucho más veloz que el presente? Y en tal caso, ¿Que velocidad llevará el futuro?

Un relato fantástico. Me ha encantado.

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