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A saber si vendrá

por Jandro Olmo
3 min. de lectura

Sigo esperando, pero no llega. ¿Vendrá? Decidimos que vendría muy temprano y los dos nos libraríamos del corsé de la ciudad para renacer lejos de amores convencionales. El nuestro no lo es. Apostamos por la aventura empujados por la pasión y juramos no volver la vista atrás.

Hace ya rato que espero. Todo está a punto. Tampoco necesito mucho más que mi maleta, la bolsa de viaje que, como yo, esperan a los pies de la cama para partir.

Cuando venga, si viene, acabaré de vestirme. He escogido el estampado azul y blanco, el que ahora descansa en el sillón verde de la habitación y que compramos juntos, el que parecía tan adecuado para el verano que ya está encima. Hace calor y prefiero esperar al último momento para ponérmelo. Y los zapatos, sí, los zapatos negros son los más cómodos que tengo, algo de tacón pero no demasiado. ¡Ah! y el sombrero verde, que no sé si pega bien con el vestido pero me gusta, y a él también. Lo sé. Que no se me olvide.

Relajada resignación

¿Vendrá?. No sé, tengo la sensación de que… Me extrañaría que no viniera, pero… La verdad, no acabo de entender muy bien el por qué de la idea de aguardarle en este hotel de las afueras si, total, ya no es necesario esconder una situación que va a estallar en cuestión de horas. Podríamos haber quedado directamente en la Estación del Sur. La espera en esta habitación inanimada, desnuda como casi estoy yo, se me está haciendo larga y agotadora. Y triste. Me invade una resignada relajación y, para mí, que se me nota en la cara.

Cuando venga, si viene, le diré que me lo explique. No, no estoy enfadada, pero es que horas de soledad entre cuatro paredes no tienen ningún sentido cuando, sí o sí, tendremos que ir a la estación a coger el tren. Los billetes son para las diez de la noche y faltan diez minutos para las nueve. ¿Qué hago aquí?, esperarle sentada en una cama que ni he llegado a deshacer.

Tengo miedo de quedarme sola. Cuando venga, si viene, le diré que me lo explique. ¿Será esta soledad que me inunda una premonición?

No le diré nada. Porque no vendrá.

esperando
Edward Hopper
“Habitación de hotel” es una obra fechada en 1931 realizada por el artista norteamericano Edward Hopper (1882-1967). La obra forma parte de la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza, estando ésta colocada en la sala 40 del edificio, dedicada a “realismos de entre guerras”. Se trata de un óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones, en concreto 152’4 x 165’7 cm.
Edward Hopper fue un conocido artista norteamericano que se enmarca en el movimiento llamado “realismo americano”, aquel que retrata la miseria acontecida durante la posguerra en los Estados Unidos. Pero antes, se debe mencionar que fue discípulo de Robert Henri, el famoso fundador del grupo “The Eight”, más reconocible por el nombre de la Escuela Ashcan. Ésta surgió a la par que las primeras vanguardias nacían en Europa, pero se alejan bastante en su ideario sobre el arte. 
Frente a las idealizadas imágenes de Norteamérica generadas a principios del siglo XX,la Ashcan retrataba las miserias, el exceso de población por la oleada de inmigrantes, la cruda realidad en plena época de modernidad y progreso.
El cuadro nos describe una habitación de hotel ocupada por una única figura humana. La mujer, sentada al borde de la cama, lee un papel desplegado iluminado por la luz artificial de la estancia. En contraposición a esa luminosidad, la oscura noche se deja ver por una ventana entreabierta situada a la izquierda del cuadro. 
Frente a ella queda dispuesto un sillón en el que se ha colocado la vestimenta de la mujer, justo detrás de sus maletas. También quedan dispuestos en la habitación su sombrero y sus zapatos, estos últimos parcialmente tapados por una cómoda que, junto a la pared de la derecha, enmarcan el cuadro. Las oscuras sombras que se crean en esta pared, la mujer y parte de la cama contrastan mucho con el color blanco de la habitación, acentuando lo artificial de la iluminación en este cuadro. Los colores de la habitación son claros y poco resaltados, haciendo que la calma reine en la obra. La composición es bastante irregular, el peso cae casi al completo sobre la figura de la mujer en la cama, mientras que el lado izquierdo queda descompensado. La perspectiva con un punto de fuga descentrado es bastante habitual en los cuadros de Hopper. El pintor coloca en un punto de vista bajo al espectador de la obra, haciendo que el personaje femenino se eleve y dignifique.

2 comentarios

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María Rosa 08/01/2023 - 17:33

Gracias Jandro es un escrito hermoso.El cuadro lo enseñaron por la televisión
Buenas tardes y un abrazo a todos

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María Rosa 08/01/2023 - 18:00

Me gusta.Lo comparto

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