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El puente

por Jandro Olmo

….entonces llamé a uno de sus compañeros y me dijo que mi marido no había ido al Taller.

Que raro, pensé. Antonio no se perdería las dos horas de Taller de escritura creativa por nada del mundo. A ver, ¿qué tenía que pensar entonces, que el Taller es simplemente una excusa y que no es la primera vez que pasa? No, de ser así Julio, su amigo de toda la vida, le habría cubierto y yo no noté nada raro en su voz, al contrario, me transmitió extrañeza por la ausencia de Tonchu, que le llama Tonchu desde muchos años ya, y, la verdad, parecía sincero.

Perfecto, mira por donde no había ido al Taller, pero no recuerdo que me dijera nada. Pues entonces, solo quedaba esperar a ver que milonga se inventaría para justificar la tardanza.

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Con la cena preparada y pasadas las 21,30 me senté en el sofá a esperar y puse la televisión. Justo entonces daba comienzo el Telediario y la noticia de apertura daba cuenta de un accidente grave. Presté atención y el corazón me dio un vuelco cuando el presentador, con semblante serio y voz grave decía: “Un aparatoso accidente ha tenido lugar esta tarde a las 17,45 horas en Bilbao, cuando ha colapsado el Puente del Arenal, partiéndose en dos y provocando la caída de numerosos vehículos a las aguas del rio Nervión”.

Un tremendo escalofrió me recorrió la espina dorsal y el vello se me erizó levantando todos los poros de mi piel. Comprobé la coincidencia de la hora en que había salido de casa con la del accidente y no pude por más que darme a los demonios. Seguro que a menos cuarto pasaba por el puente. No será verdad. ¡Ay Dios mío! y yo sin enterarme, aquí toda la tarde limpiando, fregoteando y Antonio vete a saber qué. ¡Joder!, pero bueno, a ver, tranquilízate, que de haber pasado algo malo ya lo sabría, ¿no?. Ya me habrían avisado. De lo malo siempre se entera una rápidamente.

Los pensamientos positivos y negativos se sucedían y agolpaban sin orden ninguno en mi cabeza y me dejaron por un momento paralizada, hasta que reaccioné y me di cuenta que tenía que actuar de alguna manera. Llamé a la Guardia Urbana y tras esperar mucho rato para pode conectar me informaron que todavía quedaban vehículos bajo el agua y se estaban llevando a cabo las labores de rescate. Desconocían el número de víctimas y la gravedad, pero que algunas ya habían sido llevadas a distintos hospitales.

La Urbana no me facilitó ningún nombre, así que me puse a llamar a los hospitales de Bilbao. Fui recogiendo informaciones y en todas las listas de ingresados no estaba su nombre. Si no está en ningún hospital, pensé, no ha ido al Taller y no está en casa… ¿dónde está?. No me digas que no es para volverse loca.

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Mi mente me conducía irremisiblemente a las frías aguas del Nervión y, aunque me resistía, la falta de noticias acerca del paraderoi de Antonio me llevaban a temerme lo peor. De pronto escuché el ruido de la puerta de casa al abrirse y fui corriendo al recibidor. “Buff, perdona la hora amor mío, pero es que al salir del Taller nos hemos liado Julio y yo de vinos y hasta ahora” Me dio un beso y fue hacia la habitación. “Por cierto, ¿sabes algo de un accidente en el Puente del Arenal? Que se ha caído el puente por lo visto, me han dicho, oye”

Inmóvil, aliviada y con rabia me quedé unos instantes en el recibidor que se había impregnado de un sutil, pegajoso y barato aroma de perfume.

2 comentarios

Josep Palau 10/04/2023 - 11:33

Un dia tonto lo tiene cualquiera, pero hay que buscar una justificación más creible.

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Gloria Martín 07/06/2023 - 20:36

Muy bien mantenida la tensión del relato. Felicidades!

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