Y digo yo… que la razón y la cordura, que no siempre van unidas, nos dicen que el terror no es nada bueno de ninguna manera, por lo que su conveniencia tampoco es admisible. Pero este axioma, que pudiera parecer de Perogrullo, adquiere multitud de matices, pros y contras, cuando cae en manos de la clase política, que está dispuesta a utilizar cualquiera de los resortes existentes en la sociedad. Uno quisiera pensar que para beneficio de la ciudadanía, aunque algunos dirigentes se empeñan en echar por tierra ese deseo tan plausible.
Un miedo cerval
Dejemos a un lado a las organizaciones terroristas cuyo ideario está basado en él y sus acciones se dirigen a sembrar el terror en cada una de ellas. Haciendo gala del verdadero sentido de la palabra, persiguen instaurar el miedo cerval consiguiendo hacer temblar las estructuras, no solo físicas en las consabidas explosiones, sino las instaladas en las mentes colectivas mediante acciones directas y sanguinarias que todo el mundo condena sin paliativos. Por eso, que los grupos terroristas ya están claros.
Lo alarmante, a mi entender, es la utilización que del terror se hace por parte de la clase política, sea del color que sea, con tal de fortalecer su hegemonía allá donde se encuentre. Es obvio que no es la protagonista activa de actos terroristas, faltaría más, si bien es cierto que se pueden encontrar regímenes políticos cuya subsistencia se basa en ejercer el terror frente a su población. Y no son menos sujetos activos y responsables aquellos que promueven y desatan la guerra, donde el terror es consustancial con ese estado. Me interesa, no obstante, reparar en la rentabilidad y utilidad de la atrocidad cuando ésta ya se ha producido.
Réditos electorales
Se cumplen 20 años de los atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid, que arrojaron el trágico balance de 192 muertos y 2000 heridos y cuya autoría se debió a Al Qaeda.
En los primeros momentos y dados los precedentes, las sospechas iban dirigidas a la banda terrorista ETA y así lo atribuyeron en las primeras horas líderes políticos y algunos medios informativos. Hasta ahí normal. La fuerza de la costumbre. Pero, hete aquí, que llegó la conjunción de los astros, en este caso malditos, para el Partit Popular entonces gobernando y a las puertas de las inmediatas elecciones.
La ocasión la pintan calva, pensarían. Y durante horas mantuvieron la tesis de que los atentados eran obra de la banda terrorista vasca, a pesar de que nuevas pistas desmentían a las pocas horas esa teoría y se acercaban cada vez más al fanatismo islámico. Es evidente que de ser unos u otros los autores el rédito electoral iba a ser distinto para el Partido Popular o el PSOE, aunque cabe decir que los primeros cavaron su propia fosa al persistir en la mentira. La conveniencia de la expresión del terrorismo, léase el terror, era clara.
Continúa la greña
Ayer se celebró en Madrid el acto institucional de recuerdo a las víctimas. Al acto central, presidido por los Reyes y organizado por el Gobierno al que asistían las primeras autoridades del Estado, no fue invitado el jefe de la oposición. Seguramente el protocolo no lo exigía, pero nuevamente la conveniencia gravita por encima de la normalidad que debiera imperar.
Con el terror de los atentados de fondo, el partido gobernante se despachaba a gusto por boca del portavoz, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, señalando que el Partido Popular continúa en la senda de la infamia al no haber pedido perdón por la mentira de esos hace 20 años. Convenía y conviene porque las últimas dinámicas socialistas requieren un giro de foco de vez en cuando.
Veinte años sacando a colación los atentados y recordándolos. Nada muere si pervive el recuerdo y por eso es necesario que no los olvidemos. Pero andar a la greña levantando muros en lugar de favorecer la cacareada concordia y aprovechar la coyuntura del terror no creo que les siente nada bien a los miles de damnificados por los terribles atentados de Madrid. Ellos y los asesinos son los que tienen derecho al foco.
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De acuerdo en todo.